Saturday, October 1, 2011
Mi Cochabamba
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
En 1812 fusilaron a mi antepasado Manuel Ignacio Ferrufino, cuyo retrato se conserva en Tarata. Su esposa, Josefa Saavedra, había muerto combatiendo a Goyeneche en la colina de San Sebastián. Lo ejecutaron el día de Corpus Triste. Hace tiempo una placa recordaba el sitio preciso; terminó escondida detrás de un quiosco de revistas.
El apellido está en la columna de los héroes, en la plaza mayor, o principal, junto a otros notables cadáveres. Hoy los narcoplurimaximalistas quieren arrebatármelo, sin darse cuenta que no se esfuma la raíz con un par de rebuznos de madrugada, ni un hato frenético de intelectuales surgidos del onanismo y el prevaricato. Los que estuvimos aquí, aquí seguimos, indios o no, fuera de las bocanadas de humo de los ideastas de siempre, como un esdrújulo que en su acento atrás marca las pautas de la palabra, del presente, de la vida.
Son veintidós los años que ya no vivo en Cochabamba. No importa. Nunca me fui de ella. Y no me refiero a la banalidad de los bolivianos afuera (generalizo) que creen mantener su origen en los rituales de la “mamita” Urkupiña, el fulbito del sábado y los traguitos después. Si no lo comprendieron antes, no lo harán jamás. Hablan de “llajta” y demás lugares comunes, sin siquiera comprender la tierra, hollada y abusada en sus afanes mercantilistas. Otra Cochabamba es la mía, la de las memorias, de los ciruelos blancos de la abuela, las caminatas por el campo con madre, padre y hermanos, algún estanque de Apote, patos bebés nadando en los charcos, croar de sapos, maíz, eucalipto y montaña.
El molle y su aroma. El verde rojo de las pepitas. El jamillo, la tara, el sauce llorón, una sutil línea divisoria entre lo nuevo y lo antiguo, entre las razas de mi mestizaje. He pensado en Tiquipaya durmiendo en París. Sé que no es lo mismo. Ya no; es justo y lógico. Pero la presencia de antes se mantiene conmigo real, eterna mientras la escriba. Aunque ya no corran las acequias, todavía suenan.
10/09/2011
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Publicado en Poder y Placer (Santa Cruz de la Sierra), septiembre, 2011
Imagen: Catedral de Cochabamba
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