Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Como el nombre de Dien Bien Puh evoca la victoria del pueblo de Vietnam sobre el colonialismo francés, el de Fallujah evocará la victoria moral de la resistencia iraquí ante el imperialismo norteamericano. El cerco es opuesto, mientras -entonces- los vietnamitas cercaban a los franceses, hoy son los marines que sitian a los insurgentes de Irak en esta ciudad sunita.
Que el asunto se resuelva con el quizá obvio triunfo de los infantes de marina, no implica que la paz haya retornado a Irak, como pregona el gran inquisidor de la Casa Blanca, si no que sin desearlo las fuerzas de ocupación marcan un hito en la lucha de los pueblos del Tercer Mundo contra los ejércitos del dinero y del poder. La lucha de los rebeldes de Fallujah, ante la perspectiva de la historia, pierde cualquier ribete religioso que pudiera tener, para constituirse en ambos orgullo iraquí y vergüenza norteamericana.
Associated Press reporta, hoy lunes, la muerte de 600 o más iraquíes en esta batalla urbana, mayormente mujeres, niños y ancianos. Dos estadios de fútbol se han convertido, a vista de los reporteros, en grandes tumbas colectivas donde los cadáveres se alinean en hileras de cuerpos uno sobre otro. Un militar de la ocupación asegura que los marines son "tremendamente precisos" en escoger sus blancos. Pero los que vivimos en Estados Unidos y asistimos día a día a la "tremenda precisión" de los norteamericanos sabemos que no es verdad, que esta mentada eficiencia es una cortina de humo y que si el país sobrevive es gracias al inagotable ingreso de trabajo e inteligencia que aportan los inmigrantes de los países pobres.
Dramático afirmar, pero cierto, que Irak puede darse el lujo de perder cientos o miles de vidas en esta lucha. Es un pueblo que se renueva y sobrevivirá. Por el contrario, cada norteamericano muerto es un paso más hacia el fin. Los Estados Unidos, su herencia y gente que conocemos, están en vías de extinción. De lo que no se dan cuenta sus avarientos jerarcas es que con sus guerras -que les traen inmensos beneficios económicos- están cavando la tumba de sus nietos, que éstos no serán ya beneficiarios de un todavía rico país. El tiempo y el poder reproductor de los pueblos jóvenes: árabes, asiáticos y latinoamericanos sobre todo, trabaja de manera acelerada para arrebatarles su discutible herencia. Los descendientes del tenebroso vicepresidente Cheney posiblemente tengan que pedir trabajo, en USA, a las futuras generaciones de los combatientes de Fallujah. Y ni "God" lo evitará.
12/04/04
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Publicado en
Opinión (Cochabamba), abril, 2004
Imagen: US Marines del Primer Batallón
y la guerra continúa...
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