Thursday, August 8, 2013

Chino


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Qué decir de Néstor Ramiro, Chino, sino que fue nuestro hermano, y que a lo largo de los años, cuarenta y tantos, y de las distancias, cuando estuvo en el exilio, en Suecia, cuando ambos vivimos en los Estados Unidos, jamás perdimos el contacto, y fuera a través del teléfono, de alguna visita mutua, continuamos creciendo en algo que comenzó hacía mucho, en la escuela.

No se puede decir que se haya ido. Que descansa tal vez, de un mundo en exceso azaroso, del que tarde o temprano, para nuestra paz, es necesario alejarse. La fábula de la vida eterna suele convertirse en realidad con la memoria. Así han sobrevivido los pueblos por siglos, a través del recuerdo, que, hay que decirlo, se aviva más cuando a uno de nosotros le toca esa suerte sin blanca, a la que nunca hay que temer, que llamamos muerte. Ella lo preserva para nosotros, porque gracias a ella ya no lo olvidamos. La filosofía de la vida, que parece cruel, es sabia. Por supuesto que en nuestro lógico y comprensible egoísmo queremos guardarnos todo y a todos para siempre. Se rompería así la dinámica de la existencia, y nos extinguiríamos con ella.

No nos lamentemos. Llorar, sí, porque llorar nos limpia. Después del llanto alegrémonos, todos, juntos, igual a cualquier día, que Chino continúa al lado, parco y sentencioso como era, como sigue siendo.
2012

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