Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Treinta años
atrás, cerca del aeropuerto de Cochabamba, existía un burdel exclusivamente de “cholitas”.
Se servía chicha sobre mesas de fórmica, o garapiña como lujo. Entonces era
extraño, atractivo, seductor, misterioso. Hace muy poco, Roberto Navia,
periodista de El Deber, y cronista en su propio mundo, escribió un reportaje
sobre el ahora masivo fenómeno en tierras del Chapare.
El trabajo, rico
y sobrio al mismo tiempo, refleja aspectos de la vida de las prostitutas allí,
con detalles que podrían dar espacio a investigaciones sociológicas, económicas,
geopolíticas, étnicas. Periodismo que debiésemos ensalzar porque desnuda
nuestra realidad como es y no como queremos verla.
Creo que los
lectores lo entendieron. El texto, que puse en mi blog (lecoqenfer.blogspot.com),
recibió 1466 visitas en menos de una semana, algo inusual. Deduje que el tema,
y el lugar geográfico, despertaron curiosidad, porque viviéndose un “proceso de
cambio” en Bolivia, y oyendo discursos respecto de notables avances, el asunto
como que no concordaba con la idea de un país en franca liberación. Dirán que
esta es la profesión más antigua del mundo -dudo que la más fácil- pero se
supondría que las lacras capitalistas debiesen desaparecer como por encanto en
un régimen de “revolución” permanente. No ha sido así; si seguimos al detalle
la crónica de Navia, veremos que esta en particular se multiplicó e incluso se
estratificó social y racialmente.
No lo dice el
periodista, pero es obvio el nexo que el lector hace entre el gobierno de
Morales (el presidente Evo, a decir de los fieles) y el aumento de la
prostitución ¿cómo llamarla? ¿Originaria? ¿Chapareña?, a raíz de la prédica
anticolonial y a un nivel de reafirmación de valores autóctonos y referidos en
este caso a la vestimenta, donde ya no implica vergüenza para una trabajadora
del gremio llevar pollera; o simplemente se trata de una reacción lógica al
flujo de dinero narcotraficante en el trópico, y lo que las prostitutas vistan no
interesa.
Sin embargo, no
es tan simple, porque hay una asociación ideológico-política-racial en esencia,
o parodia de una tal, a tiempo de elegir los cocaleros las muchachas. Blancas
equivalen a q’aras, el enemigo ancestral, el violentador de una dudosa paz
pre-existente en el Ande. En el lado opuesto, las de pollera son “hermanas” que
merecen dinero y afecto pago, a pesar del aroma incestuoso de declaraciones
semejantes. Acerca de este detalle, ocurre algo dramático y jocoso: las
muchachas orientales, o extranjeras, disfrazan su origen con polleras para
conseguir clientes. La “revolución” se ve engañada con triquiñuelas; los
“revolucionarios” caen como chorlitos, rememorando las ilustraciones de Goya
para El arte de las putas, de
Moratín, donde el macho (andaluz, gallego, cocalero o narco) es solo piltrafa
al arbitrio de las piernas de alquiler.
Tal vez duela la
realidad a los ilusos; sin duda a los fundamentalistas, porque cosas similares
desmitifican la prédica perfeccionista y enfermiza de los apóstoles. Necesitamos
más prensa valiente que no se niegue a anotar lo que ve, y, sin juzgar, lo
plasme en papel para que otros analicen y discutan causas y efectos, beneficios
y desdichas.
Roberto Navia es periodista
de la vieja escuela. Lo asocio a John Reed por su audacia. No es culpa suya que
la épica de nuestra actualidad no alcance para otros Diez días que conmovieron al mundo; tampoco para México insurgente, por la sencilla razón
de que aquellas fueron revoluciones y esto es mala juerga.
De todos modos,
calidad y arte no necesitan de colosales espectáculos. En este artículo, en la
línea del nuevo periodismo, Roberto Navia ha dado que hablar y sentado un hito.
No en vano sus méritos incluyen un Premio Ortega y Gasset. También un Lorenzo
Natali (a sus veintiséis años), otorgado por la Unión Europea.
De polleras y
polleros hay todavía mucho por hablar en nuestra América.
01/08/13
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 02/08/2013
Fotografía: Roberto Navia Gabriel
Riquísimos artículos, el d Roberto y éste tuyo, estimado Claudio. Sin duda un gran talento y muy joven además. Lo q sucede en los burdeles d Chapare es un fenómeno realmente curioso, d nuevo lo "exótico", lo puramente aparente, como anzuelo d gringos bobalicones q se jactarán con hazañas sexuales pintorescas. Y lo de los cocaleros y narcos orondos por copular con polleras, refleja bien la ignorancia d los nuevos ricachones: puro atropello, puro capricho al mismo estilo del jefazo mayor q le "mete nomás a lo q quiere y como lo quiere". En fin, fenómenos pintorescos propios d nuestros pintorescos pagos y ricamente narrados por un talentoso Roberto Navia.
ReplyDeleteAbrazos, Claudio.
Puro atropello, puro capricho de los nuevos amos, Achille. Tienes razón. Apariencias, insólitas y estúpidas elucubraciones acerca del significado "revolucionario" de esta cópula que no deja de ser igual a cualquier otra.
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