Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Heliogábalo, no
Marco Aurelio.
Acaba otra cumbre,
borrascosa de nuevo. Plagio de la Bronte el nombre. Borrascoso el líder,
borrascas sus aficiones.
Qué más, me
pregunto, hasta dónde la fatídica vanidad del individuo que se declara
presidente, pero que no actúa así. Los miembros que conforman este gobierno
representan la amalgama inmunda de cosas indecibles, con pincelazos
seudo-teóricos y lloriqueos de opereta. No saben levantar el puño como se debe,
como lo enseñaron en España los que enfrentaban a otro “tirano de miras
estrechas”, según definió Churchill a Franco. Estos lo alzan de pacotilla, sin
certitud, sin hombría, hasta chueco, con la otra manita en el pecho por el peso
del banquete.
No se puede
combatir con ideología un esperpento de lugares comunes, taras y aficiones
mitómanas de un pueblo en ciernes. Otra tiene que ser la estrategia de derrumbe
de cualquier muro de adobe apelmazado. Ni las murallas de Jericó eran inexpugnables;
allí Josué no derrotó a los sitiados con asaltos a arma blanca, que hubiesen
resultado nulos. Se utilizó trompetas que indica que también con metáforas se
puede vencer algo que semeja tener solidez real. Que los israelitas pasaran
luego a degüello a la población, incluido el ganado, ya forma argumento de otra
historia.
El individuo Evo
es ubicuo. Uno no sabe en este momento dónde está. Es aficionado a los juegos
de niños, travieso y perverso básico. Ora discursea en China ante chinos que
nunca se sabe si sonríen o se aburren, ora se pone al lado de la viuda
argentina. Pero siempre, también con el Papa, inventándose su propia leyenda a
la manera que aconsejaba Kierkegaard. Tiene su mérito, no es tonto, como lo son
aquellos que marchan con entorchados haciendo malamente el paso de ganso debido
a pormenores gástricos, a quienes con unos dólares se mantiene marchando.
Tampoco el rival
perfecto. Su viveza es característica nacional, la tenemos todos. Nos viene de
sobrevivir la larga estupidez hispánica, bruta y desalmada, con rictus
indescifrables. Ni para decir que es especial, y menos esencial. Su fuerte está
en la representación. Pueblo aficionado al circo y que con circo decide. Ni
siquiera del nivel del bien muerto general Barrientos, que no tuvo las ventajas
mediáticas del profeta Morales. ¿Torre de marfil, de acero? ¿Cortina de hierro?
Nada más falso y más simple. Se pone de contrapeso la hueste cocalera,
embravecida, alcohólica, ávida de artículos suntuarios y de comodidades
imperiales. Una inteligente quinta columna, actuando como ellos, con facilidad
embarranca el carromato de la perpetuidad. Pueblo con precio, dispuesto a mejor
postor.
No aludo a golpe
de estado, circunstancia nunca alejada y permanente entre nosotros. Por ahora fantasma
comprado en abultadas boletas de pago. Materias primas, China, el narco, la
modestia con que se alegra el boliviano acostumbrado a migajas dan la impresión
de que esto va para largo. La alegría del indigente que como en ningún otro
lado se llena la panza de ilusiones suele ser complicado asunto de vencer pero
no imposible. El problema en un pueblo de mitos está en romper ese cascarón que
presta impunidad y tiempo a los que se benefician de ese halo superpuesto. Hace
mucho, los conquistadores estudiaron a los idólatras. Antes del palo y el fuego
notaron que cuentas de vidrio y objetos brillantes hacían el trabajo. Los
idólatras de hoy continúan los patrones de conducta de ayer. Poco ha cambiado
en quinientos años en el Ande boliviano. Todavía se reparten abalorios.
La Cumbre
Antiimperialista redacta decenas de obligaciones para el mundo. A cual más
estrafalaria y risueña (¿?). El niño Evo sonríe. La vida marcha viento en popa,
locomotora de vapor. Los eunucos chillan con voz de castrati; las hienas
también. Amanece azul plurinacional. El estruendo de fondo parecen tambores de
fiesta. Nadie espera una tormenta…
5/8/13
_____
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 06/08/2013
Imagen: Keith Haring/Myths: Apocalypse VIII, 1988
Abalorios, circo eterno, pendejismo criollo, eunucos, hienas...Agudísimas observaciónes. Y lo del puño levantisco, Claudio, algo inefable; mas toda la razón: mancillan los millonarios socialistas aquel saludo antifacista. Más parece grosero homenaje a César,el líder d los simios. Homenaje d pacotilla d unos revolucionarios d verdadera pacotilla a un modernísimo facho d cocalera pacotilla. Ironías d la vida.
ReplyDeleteSaludos cordiales, estimado Claudio.
Comparto el asqueo que significó todo este circo de tres dias que tuvimos que padecer los cochabambinos, con cierre de puentes y avenidas importantes. Todo por seguir rindiendole ridícula devocion al caudillo. Y encima se gastan una millonada de dinero público mientras van vociferando su politica de austeridad y otros engaños en los que desgraciadmente cae mucha gente, intelectuales incluidos. Un saludo.
ReplyDeleteIntelectuales sobre todo, diría, José, que son los que arman el entarimado seudo ideológico que sostiene el discurso de estos fascistas. Asco es la palabra precisa. Circo, pero mal circo. Saludos a los dos.
ReplyDelete