Claudio
Ferrufino/Coqueugniot
Acabo de poner en
mi blog un texto del New York Times sobre la maca, planta andina de las
cercanías del lago Junín, Perú. Con la afición china de buscar afrodisíacos en
cualquier variedad vegetal o animal (bajo sospecha de que semejante búsqueda no
habla muy bien del potencial sexual de esa especie oriental, los chinos), la
maca se está convirtiendo en el nuevo tesoro, creando fortunas inmediatas entre
la población nativa que la conoce y cultiva de antiguo. Lo triste, como sucedió
con la goma, es que ya se han cometido actos de piratería biológica, y ahora
crece en suelos del gigante asiático, con lo que ello significa.
Se dice que
comunarios del área vendieron a los visitantes semillas de esta planta que se
parece al rábano y al nabo, con muchos fenotipos que se distinguen por color y propiedades
de las raíces. Eso de las ventas me lleva a algo leído hace poco, referido al
rescate de la illa del ekeko en Berna, Suiza. Las autoridades hablan de que un
maléfico suizo emborrachó a la población local y se llevó la estatuilla.
Pamplinas, mentiras, los originarios borrachos se la cambiaron por monedas, por
trago o por simple lameculismo. Cómo nos gusta eso de victimizarnos; siempre
queremos dar la imagen del pobre indiecito humillado y aprovechado. Caperucita
roja… Nos cae de perillas, para un discurso que toca y retoca el tema y que de
pronto, cuando las circunstancias son propicias, se torna violento, agresivo.
Luego recula y retorna al pobrecito.
Siguiendo en los
Andes, en este rincón espectacular y abominable del mundo, paso a La Paz, hoy
ciudad maravilla. No podía ser de otra manera si el presidente es casi como Linda
Evans, la Mujer Maravilla de la Liga de Superhéroes, con la salvedad de que el
único de esas características en nuestra región es el infatuado Morales. Mal
por quienes creen que esta farsa de votos crea alguna mínimamente palpable
realidad. Sacan a relucir el teleférico y etcéteras, alimentando el mito que el
masismo no ha hecho más que acrecentar en todas las áreas, privándonos de
conocimiento y análisis, jugando sobre deseos insatisfechos y complejos.
Me gusta La Paz.
Mi madre decía que hedía. París también hiede, sobre todo en Montmartre donde
uno va dando saltitos para evitar enlodarse en mierda de perro. Es, como toda
urbe, contradictoria. No la conozco tanto como para adelantar juicios. De lo
poco visto, y ya obsoleto porque me alejé hace más de dos décadas, conservo
buen recuerdo, incluso de su miseria que el tiempo dora de espejismo. Sin embargo no perdería un minuto en entrar a dudosos sitios para votar por algo en
lo que no creo. Todas las ciudades tienen algo para maravillar al visitante, y
todas para ser vilipendiadas por sus propios habitantes.
Antes de salir al
trabajo, mi esposa habla sobre los presos de Guantánamo que Uruguay ha recibido
como “favor” a los Estados Unidos, aunque ya Mujica abrió la boca para comentar
sobre derechos humanos e implicar que estos tipos quedarán muy pronto sueltos.
Odio la idea del centro penitencial norteamericano en Cuba, cámara de tortura,
pero talibanes, militantes de isis o cualquier fundamentalista, sea hebreo,
persa o árabe, no despiertan la menor simpatía en mí y menos compasión. Son
ellos los que están volcando el siglo hacia la morosa letanía religiosa de
tiempos de la Noche de San Bartolomé. Son el enemigo, diga lo que diga Mujica
que aún no me convence a pesar de su frugalidad.
Me alegró el
premio para Juan Goytisolo.
Detesto la idea
de que con rapidez vamos internándonos en la espiral del narco. Miro en la
televisión peruana perros rellenos de cocaína, sonrientes traficantes.
Mi hija Emily va
a graduarse en Historia, materializando un insatisfecho deseo de su abuelo
Joaquín. Hará un postgrado en curatoría de museos.
Desde mi pared
una gran máscara punu, de Gabón, me observa con ojos achinados. Decorativo
mortuorio, pienso, antes se apoyaba en un rostro descompuesto. Hoy adorna.
08/12/14
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 09/12/2014
Imagen: From Wonder Woman issue 7, Winter 1943
Excelente popurrí de lo que se cuece en este pais de farándula. Las pocas veces que he ido a La Paz siempre me ha encantado aunque su transporte era caótico y deficiente, sin duda dificultado por su topografia, que ironicamente es su mejor atractivo, pues es increible como brotan los rascacielos en sitios tan inverosimiles. El Illimani. Sus coquetos barrios sureños. Su bohemia y su aire cosmopolita tienen tambien su toque. En resumen, palpita la vida en La Paz, a diferencia de nuestro valle dormitorio.Saludos.
ReplyDeleteMuy bueno lo del valle dormitorio, José. La mejor descripción de Cochabamba. Y me adhiero a tus observaciones sobre La Paz. Saludos.
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