Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Cochabamba, agosto 2015. Espero afuera de un hospital.
Nueve perros, incluido un cojo, blanco y enano, persiguen a una hembra en celo.
Finalmente uno conquista el cetro y termina “colado”, arrastrando a la perra en
su desesperación de despegarse. Los transeúntes, como cincuenta años atrás, se
paran y profieren insultos, qué barbaridad, cochinos, Jesús mío. La vendedora
de refrescos que tiene un puesto en la entrada de emergencias agarra un balde
repetidas veces y moja a los pobres animales para quienes el placer se ha
convertido en tortura. Cincuenta años atrás los golpeaban con palos, a veces
hasta matarlos. No sé si no había garrote a mano o los aires de potencia
mundial que predica el idiota de García Linera han hecho efecto y ya se deshizo
de mangos de escoba aunque no de perros vagabundos.
Eludo a los canes y entro a la sala de emergencias a ver
si ya terminaron mis hermanas. Lo último que veo del grupo canino porno es que
mientras el primero continúa anexado al sexo, otro, de color parduzco, se mueve
con frenesí agarrando y violentando la cabeza de la hembra. Espectáculo. La
iluminación de este centro de salud deprime. El ahorro de electricidad
utilizando focos de mínimo voltaje es lugar boliviano común. No mucho por decir
del despilfarro que usualmente tienen los ricos. Vale indicar que la calle no
era pavimentada, o si lo fue, los vecinos secuestraron las baldosas y solo
queda polvo, polvo como harina que los zapatos meten al hospital, entre heces
fecales y orines apresurados.
Elena, con bozal por el resfrío, cuenta que quisieron
vendérselo, a pesar de ella ser asegurada, y que a duras penas se lo dieron para
cubrirse la boca. Pero, resulta que para recibir la inyección de cortisona ella
debía ir a una farmacia para comprarse el disolvente con calmante porque ellos
no tenían. Bueno, se hizo. Mientras tanto recibí un llamado prostático y
penetré a un maloliente recinto consignado con el nombre genérico de baño.
Construcción de varios pisos, se dice que este hospital da abasto para setenta
mil estudiantes asegurados. El “baño” tenía un inodoro y un urinal. Este estaba
adosado a la pared a posiblemente un metro diez de altura, lo cual dificultó la
acción que tuvo que realizarse de puntillas. Yo, con metro setenta y dos, me
considero relativamente alto para un pueblo de gente pequeña. Me pregunté cómo
haría la media de los visitantes para mear con tranquilidad en un objeto
situado tan alto. Busqué con la mirada un banco, un ladrillo, un tronco que
respondieran y no los hallé. Recordé que los que difunden generalidades afirman
que los indoamericanos, al igual que los japoneses, carecen de miembro
masculino largo, lo que ponía a los usuarios en incluso más dramática posición.
Supongo que ese gran resto de petisos simplemente orinaba afuera del recinto,
lo que es tradición antigua, mísera y nacional (hoy plurinacional) de nuestro
país. Satélites, sí; teleféricos; usinas nucleares y etcéteras que difunde este
par de maníacos desgarrados e imberbes, pero no baños públicos. La gente caga
en las calles ni siquiera con gran sigilo pero pronto estaremos caminando por
Marte para ampliar el espacio de recreación escatológica en el universo.
Finalmente, porque tengo que anotar un acontecimiento más
para completar el número de caracteres, me veo sentado en el micro de la línea
D, casi vacío a esta hora de la mañana. En cierta
esquina, un muchacho voluminoso y de gran peso, levanta el brazo para hacer
detener el colectivo. El chofer lo ignora y sigue de largo. ¿Por qué no paró?,
pregunto. Porque esta gente gorda, responde, solo arruina los asientos y cuesta
plata repararlos. Banderitas azules del MAS decoran los graffittis. A un rostro
de Morales, “el Evo”, alguien le dibujó un pene con inmensos testículos justo
en los labios. Si era alegato político o insulto a su sexualidad no lo sé.
Registro lo que veo y ahora sí estoy seguro que los átomos, la luna y las
estrellas están más lejos que nunca de nosotros.
23/08/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 25/08/2015
Excelente fresco del realismo sucio que caracteriza a nuestro pais. Cosa de todos los dias encontrarse con estos tristes espectaculos como los que citas. Lo del seguro universitario es poco, mas bien tiene reputacion de ser lo mejorcito de la sanidad pública, ¿cómo andará el resto? no conviene ni imaginárselo. Por otro lado el aspecto de nuestra ciudad es tambien para llorar, un inmenso comedero con su respectivo meadero han convertido el casco historico, solo hace falta darse un paseo por el pasillo de la catedral que todos los dias apesta a orines y a nadie parece importarle. Y encima, presumimos cojudamente de ser la capital gastronomica del pais.
ReplyDeleteSaludos.
Gastronómica y por ende un gran cagadero público. Pero según los dos maricas estamos en la gloria ya. Solo quiero ver la caída de estas rutilantes estrellas y la cuenta que habrá que cobrarles. No puede ser poca y menos piadosa. Saludos, José.
DeleteUna fiel descripción d lo asquerosamente pobres q -como país, como estado- estamos, ésta, Claudio. La miseria del Seguro universitario es nomás igual a la d otros hospitaluchos donde se presta "seguros" sin medicamentos, sin mediana infraestructura ni higiene mínima.. Y ojo q esto ha sido así desde décadas atras. La CNS, COSSMIL, CPS, Seguro Policial y tb el inefable Viedma y etc: todos con la misma "calidad". Lo q nunca empobrece. claro, son los sueldazos d los gordos y reputados doctorcitos q prestan sus saberes aquí, allá y acullá sin restricciones legales ni mucho menos morales.
ReplyDeleteCORDES, dicen -los incautos- q es lo "mejorcito" en seguro...Verdad a medias. Pues plata, parece q les sobra sí. Policlínico nuevecito, sí. Pero, merced a un muy oscuro privativo acuerdo (sindicatero-mafioso), allí pululan impunes matasanos asociados en roscas poderosas q les permite, además d cobrar unos jugosos sueldos, alquilar -ergo lucrar fantásticamente- sus propios hospitales y clínicas privadas al seguro... Si es una cosa d ensueño!!
Es un asunto q apesta: Miristas eran ayer los capos d la Salud..,y miristas son -aún hoy. los mafias q lucran igual d bien con los seguros. Es q al igual q esos dos alegóricos perros, esos asquerosos "revolucionarios" permanecen bien pegaditos a la cloaca masista.. Y a esos virtuosos d la "sobrevivencia robolucionaria", no hay garrote q los separe o aleje d donde huele a millonada.
Abrazos, mi estimado amigo..
Sin duda lo sabes mejor que nadie, Achille, estando en medio. Tanta cháchara acerca de un fantástico futuro cuando lo que vemos dista mucho siquiera de la esperanza en alcanzarlo. La cloaca masista ha logrado aglutinar en su seno a todas y cada una escorias de la contra y la revolución, si es que esos términos tienen algún valor en Bolivia. Habría que mandar a los sublimes líderes, como a la perra Laika, en un viaje sin retorno. Quién sabe, tan duchos son, que tal vez logren construir imperios intergalácticos si encuentran planeta donde robar. Abrazos.
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