ROBERTO NAVIA GABRIEL
No nos conocemos personalmente, pero hemos escrito un libro de perros y de viajes, de sueños y de pesadillas. Y en cada crónica coincidimos en retratar a esos hombres y mujeres que no tienen quién les ladre. Quizá por eso, aunque nunca nos hemos saludado con un apretón de manos, sellamos una amistad de honor y ahora que Claudio Ferrufino-Coqueugniot llegó desde el Colorado del Gran Cañón hasta Bolivia, le he hecho saber que la suya es una visita que el país debe disfrutar, porque este cochabambino universal tiene tantas cosas para decir e historias para narrar que si leerlo es una fiesta, escucharlo lo debe ser mucho más. Quienes estuvieron atentos a él en la feria del libro de La Paz así me lo hicieron saber, y de verdad yo les creo.
Claudio es de esos humanos que vale no solo por los galardones que con justicia está cosechando en su paso por este mundo. Es dueño de un premio nacional de novela y del Premio Internacional Casa de las Américas. Dos estrellas que coronan las obras con las que se da a conocer en las ligas mayores de la literatura. Su prosa, poética como es, narra a los hombres que bajo el efecto de la realidad oscura gobiernan la vida de la mayoría de los semejantes. El aroma de sus molles de niño o las tragedias de Bosnia o la maldita costumbre de los taxistas de aeropuerto que roban sin piedad a los migrantes son tan elocuentes que uno, por más que esos territorios ya no estén o sean crueles, desearía no irse jamás, porque Claudio lo narra tan bien, que uno llega a creer que está metido en una sala de cine, libre de cualquier peligro.
Claudio sabe que mientras él está en Bolivia yo estoy en un lugar de la selva peruana, investigando un asunto de horror. Entonces, existe la posibilidad de que tampoco esta vez podamos saludarnos y tomarnos el vino pendiente y conversar sobre esa loca aventura de haber escrito a cuatro manos Crónicas de perro andante, el libro que retrata a esos hombres y mujeres que no tienen quién les ladre, pero que, sobre todo, hizo nacer una amistad sólida a pesar de no conocernos personalmente.
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De CRONICO (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 17/08/2015
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