Un festejo de
febrero, comenzado en los países anglosajones de Europa y perpetuado en
Norteamérica, se ha extendido por el mundo. Para nosotros, invitados a casa de
una familia mexicana, jaliciense, festejar a San Valentín o lo que representa
tiene solo el don de reunirnos con amigos e intercambiar vivencias culturales.
Da que pensar.
Hubo de todo en la mesa, desde chile (de la infinita variedad al sur del río
Grande), pollo cocinado en mayonesa con schiracha camboyana, huevos rellenos,
arroz beniano y arroz coculense, puerco acompañado de un delicioso pipián, ron,
cerveza, vino y tequila.
Por casualidad
observo que en la televisión el papa habla en Chiapas. Casas coloridas y música
cantada en lenguas locales. Quinientos años de contacto, para bien y para mal.
Pensé en el pipián de anoche, amarillo, extraño, fuerte, con casi el embeleso
de algo mágico: la calabaza. Molido a mano en molcajete, con aderezos
impronunciables, se vierte sobre la carne y le da color y sabor
extraordinarios.
Luego la música,
la riqueza del idioma, las variaciones verbales de un mismo sujeto, la siempre
presencia, aunque escondida, de las lenguas indias. Los licores, sobre todo el
ron y el tequila, que consideramos nuestros, a pesar de que del primero ya se
tenían noticias en el Asia de Marco Polo.
Botellas de ron
dominicano y otro haitiano, distintas en el tinte de su líquido, y en el sabor
de uno más dulzón y otro más especioso. “Para matar al chancho”, se oye la
particular entonación beniana, a pesar de que al chancho ya lo mató el cuchillo
y lo enterró el pipián.
La conversación
por cierto jocosa descubre la ambigüedad de una lengua común y sin embargo con
sutiles variaciones. Empezó con la palabra “cabrón”; los bolivianos nos
asociamos a los colombianos en lo altamente insultativo del vocablo, cosa que
no sucede en México (y según recuerdo oí en Argentina en tono cariñoso alguna
vez) donde a pesar de lo que diga el diccionario no tiene esa connotación. El marido
habla de la esposa como la “cabrona”, y “cabrones” son los hijos para la madre.
En la vasta geografía de México, tan poco asociado un lugar con otro, el
castellano hace de hilo conductor. Entre gente de Tamaulipas, Oaxaca y Jalisco,
era evidente que existía una cohesión que los diferenciaba de los otros
americanos y un tejano más cerca de ellos que de nosotros.
Se habló de
Francisco papa, por supuesto, ahora que visita el segundo país católico más
grande del mundo, siendo Brasil el primero. Opiniones divergentes entre el
santo y el histrión. Vale, por ser pretexto para viajar en verbo por aquella
magnífica tierra que ansiamos ver y que nunca contemplaremos en su infinitud. Y
lo simplificado con que se representa en la publicidad diaria. Pedimos música
de Celso Piña, la cumbia mexicana de Nuevo León, uno de los lugares más
peligrosos según la prensa y donde hay
sierras con bosques encantados, de gigantescos y únicos árboles. Nos tiran la
grotesca imagen del Chapo para reducir a poco la magnificencia de un país de
tanta historia y de tanta violencia también, no hay que olvidarlo, pero donde
la belleza supera a la muerte.
Escucho las
bandas chiapanecas en el dormitorio contiguo, la voz ineducada y poderosa de
los cantores de pueblo. No puedo no pensar en Rosario Castellanos y su obra,
donde la muerte se junta con el color y viceversa. O en los funambuleros del
desierto oaxaqueño, gravitando sobre un polvo que vio pasar millones de pies
descalzos y las tropas de Pedro de Alvarado en su paso mortal rumbo al sur por sobre
los huesos quichés.
15/02/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 16/02/2016
Imagen: Talavera poblana
Imagen: Talavera poblana
Ah, suculento y envidiable encuentro de culturas, qué mejor que en una mesa, con toda esa gama de colores, aromas y texturas que describes. El pipián (viendo fotos en internet) de alguna manera me recuerda al aji amarillo de un buen puchero, que acabamos de degustar en familia este domingo, para cerrar el carnaval, con garbanzos y todo. Tu texto me contagia para escribir un post que se me está resistiendo, je.
ReplyDeleteP.S. Grata sorpresa me das con el "éxito" de la Lewinsky pluri (en mi sitio las lecturas no han llegado ni a la centena)lo que me da el empuje para "echarle ganas"-como resaltó el peladito Bergoglio en su discurso de Chiapas- en seguir desenmascarando al falso profeta y su pandilla de gorrones.Saludos.
Ya casi llegando a novecientos, José. Felicidades. Esperamos el texto contagiado entonces y más de tirar las máscaras de los histriones de turno. Saludos.
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