71 muertos habría
que añadir a la ya larga lista de víctimas de Evo Morales, los del avión caído.
Ahora, claro, y como siempre, él no sabía nada. Es un querubín moreno que vuela
por el aire en absoluta inocencia. Las malas lenguas, la derecha, el imperio,
le achacan males que no concuerdan con su angelical imagen, entre ellos el de
haberse acostado con la Zapata y haberla hecho parir. Terrible, porque el señor
Morales utiliza los genitales para y únicamente la necesaria labor de orinar.
Lo dicen sus ministros que por las declaratorias parece que conviven con el
patrón en íntimas circunstancias.
La tragedia aérea
de Medellín (no la de Gardel que está ya olvidada) desenmascara un país que
vive en estadios inferiores de desarrollo mental, justo aquellos que el curaca
eterno resalta y desea decretar. El paraíso contemplado como un yermo en el que
rebuznan asnos muertos de sed y se devoran unos a otros. La paz entendida como
el infierno. Con eso sueña; a eso vamos.
El relato del
accidente es tragicómico y retrata Bolivia, la Bolivia de Evo Morales que es la
de siempre pero multiplicada por cien en sentido negativo. “El avión voló hasta
que se le acabó la gasolina y se cayó”. Así de simple, por encima de vidas y
lógica, por encima de cualquier razonamiento. En el aire, en tierra, en
oficinas públicas, en el estadio de fútbol… Linerita saldrá con una de sus
permanentes estupideces a darle el tinte idiotizado a un asunto indefendible. Será,
para él, que el avión “nomás bien se estaba” y después no supo lo que pasó.
Cómo un piloto, a pesar de toda la mácula oscura que esta aerolínea carga
consigo y con sus relaciones con la jerarquía gubernamental boliviana, puede
tener la incapacidad de manejar un avión casi condenado a muerte por las
deficiencias de inicio solo se entiende en un país como Bolivia, donde al
consejo de no volar porque no alcanzaría el combustible se responde que “no
seas maricón”, “no te preocupes”, “son cinco millas nomás”, “alcanza”, “no jodas”,
“el aire nos va a ayudar”, “volaremos más rápido”, “apurate, firmá”. No es la
tierra de Nunca Jamás como en la fábula de Peter Pan, sino la de Meterle Nomás,
según pregona el dicho presidente, ufanándose de ello.
Por supuesto que
caerán cabezas, las del meteorólogo, del mecánico, del que limpió los vidrios.
Los de arriba bien nomás se han de estar con whisky etiqueta azul. Total, no
pasará nada y la vida va a continuar en el idilio de Morales con los achachilas
que tuvieron a bien dejarle de herencia la hoja sagrada que se transforma en
dólares y absolutismo. Y si no llueve, por tocar otro de los vértices de esta
sutil filosofía de vida, el cacique se vestirá de chola y se pondrá a danzar
hasta que llueva. Que llueva que llueva la bruja está en la cueva, los
pajarillos cantan, la luna se levanta y etcéteras.
Pero el día está
pronto a llegar donde incluso los achachilas perderán su morada de hielo
eterno. El comerciante que llamamos primer jefe, presidente, elegido, manco
kapac, mama ocllo, está rifando selvas y montañas. Tendrá ya preparada una fuga
millonaria en caso de que las cosas salgan mal. Huido, querrá dictar clases en
la Sorbona sobre la prostituida madre tierra, ya que siempre habrá gringos
tontos que lo escuchen embobados.
Supongo, es más
estoy seguro, que con su avión personal no es tan negligente como con el de
Lamia. Ambos le producían dividendos, cierto, pero en este viaja su fantástico
cuerpo de ídolo y no puede darse el lujo de caer porque se le acaba la
gasolina. Allí resucitaría de entre las llamas para castigar al gasolinero y al
vendedor de chicles que camina ajeno al futuro. Hay cosas que debiesen pasar en
un lado y desgraciadamente caen en otro. Pero las estrellas se reorganizan y el
mundo se deshace de sus forúnculos de manera natural.
Hay que meterle
nomás, contra distancia y gasolina. Lo dice el Aristóteles local, el Sócrates
orinoquense, filósofo y astro de fútbol al mismo tiempo.
05/12/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 06/12/2016
Elocuente síntesis de toda esta barbarie que conduce la nave del Estado, valga la analogía. En verdad, nuestro país está desgobernado, sujeto a los vaivenes de un dañino reyezuelo que se la pasa volando, mientras lo poco que quedaba de las instituciones se cae a pedazos. O más bien, conviene a los planes de toda esta plaga de zánganos que Bolivia se consolide como estado fallido, para seguir viviendo del cuento y alargar el latrocinio. (por cierto, también abordo el asunto, y veo que hemos casi coincidido en el título, por razones de tiempo no pude publicarlo ayer). Saludos.
ReplyDeletehttp://perropuka.blogspot.com/2016/12/bolivia-y-la-cultura-de-le-meto-nomas.html
Gracias, José, y qué bueno que tengas un texto acerca de ello. Será el disfrute de tus lectores entre los que me cuento. Y, claro, el estado fallido es el elemento ideal para preservar esta miríada de zánganos. Abrazos.
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