Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Bien dicho,
Elena. Quizá no sabe este tipo -no tiene por qué adivinarlo pero lo percibe-
que a nosotros no nos manda nadie. No somos adjuntos, ni compinches y menos
sirvientes de nadie. Por eso nuestro abuelo y nuestro padre se aislaron, porque
no pertenecían al mundo de la prebenda y el halago. Mucho tengo yo que contar
de lo suyo, lo del afamado rector, y los entreveros de la que alguna vez fue
izquierda (dudosa) y hoy es una bola de mañudos con lengua curtida como de
gato, adiestrada para labores lambisconas. Que aprendan de la vida, de los que
se la ganan sin caricias, con trabajo y no tan tonta honestidad. Que si algo
queda al fin es la certeza de saberse uno, intacto, sólido, brazo fuerte,
fierro duro y fino, que podemos contemplar nuestra lengua exactamente igual al
primer día. No tenemos allí marcas de nalgas ni de rayas, ni de agujeros negros
que se tragan todo con la anuencia y la conveniencia del maremoto de inútiles
cabrones. Salud.
16/11/17
Enlace al texto original: https://lecoqenfer.blogspot.com/2017/11/de-etica-y-moral.html
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