Haciendo mía la
metáfora de Michel Freitag , considero importante referirme a lo que yo percibo
como los signos más contundentes del inminente naufragio de nuestra
Institución.
Para comenzar por
algún lado, como ya es de conocimiento público, la Convocatoria a elecciones de
Vicerrector(a) está viciada de nulidad. Más allá de lo que establece nuestra
normativa y, más allá de lo que ha reiterado la Sentencia del Tribunal Constitucional,
se ha incluido en la Convocatoria un requerimiento que no está –ni nunca ha
estado- contemplado en nuestro Estatuto.
Aceptar los
términos de la Convocatoria constituiría, entonces, no solo un acto de
validación de una flagrante transgresión a nuestras normas, sino un acto de
complicidad con lo que estamos todos tratando de destruir: un modo de
existencia viciado, una enfermiza y mezquina necesidad de ostentar el poder,
una ciega vanidad que intenta cubrir el desorden, la prepotencia, el atentado
contra los derechos fundamentales de las personas, la falta de respeto, el
terror…
No es posible,
pues, legitimar lo ilegal. No se trata, y nunca fue el espíritu de mi
candidatura, de ser Vicerrectora a toda costa. No es cuestión de entrar en
guerra por un “botín”; por un cargo que, en los hechos, no debería implicar más
que trabajo, responsabilidad y cumplimiento de la norma. Mi postulación ha
desatado, sin embargo, tal psicosis y tal parafernalia, que la Institución ha
vuelto a indisponerse y a enfermarse como en las peores circunstancias de
nuestra historia universitaria.
¿No es acaso un signo del naufragio el despliegue irracional de lienzos a lo largo y ancho del campus, como si de fiesta se tratara? ¿No sentimos todos la náusea de caer hacia el abismo cuando leemos libelos y memes elucubrados por los mismos colegas que trabajan con nosotros? ¿O cuando tenemos que suspender las clases para dejar pasar una banda –promisoria de tiempos mejores- en pleno duelo institucional?
¿No es acaso un signo del naufragio el despliegue irracional de lienzos a lo largo y ancho del campus, como si de fiesta se tratara? ¿No sentimos todos la náusea de caer hacia el abismo cuando leemos libelos y memes elucubrados por los mismos colegas que trabajan con nosotros? ¿O cuando tenemos que suspender las clases para dejar pasar una banda –promisoria de tiempos mejores- en pleno duelo institucional?
La nave zozobra,
amigos. Y nosotros con ella. No se comprende el sinsentido, la desesperación
por cerrar toda puerta de acceso al “tesoro”. Se inventa resoluciones, se trama
artículos, se confunden los roles, se fuerza circunstancias, se ordena
reuniones de asistencia obligatoria para conocer a un candidato… En fin, el
navío está encallando.
Por
responsabilidad, sin embargo, me corresponde comunicar a la comunidad
universitaria que mi candidatura no se ha caído. Es más, cuento con toda la
documentación prevista en el Reglamento Electoral. Sigo en camino; no he
saltado del barco. Y no lo haré. Soy candidata, pero no a la fuerza. No a costa
de una Convocatoria ilegítima y viciada de nulidad. No como una imposición. No.
La universidad que sueño –con ustedes- es un espacio de libertad, de trabajo y
compromiso. De respeto por las leyes y por las personas. Donde “no haya
necesidad de instancias superiores de autoridad y de poder…” Donde se haga
academia y se desarrolle el conocimiento; donde se pueda pensar críticamente,
donde nadie sea dueño de nada y donde todos podamos confluir, salvarnos del
naufragio y construir la universidad que queremos.
ELENA FERRUFINO
COQUEUGNIOT
CANDIDATA A VICERRECTORA
CANDIDATA A VICERRECTORA
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ReplyDeleteQué admirable la perseverancia de tu hermana, querido Claudio. Sin que importen los obstáculos que se interponen en su camino, ella sigue firme. No otras fuerzas, como son la moral y el valor, pueden sostenerla hacia la conquista de su propósito. Mi admiración por Elena. Abrazos.
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