Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Después de la derrota que le causara Timur (1402), el Imperio Otomano se levantó otra vez. Sus ojos recorrieron Europa. Las cuatro primeras décadas del siglo XV sucesivas invasiones penetraron en su territorio.
Hungría tenía un cordón defensivo en los Balcanes. Las tropas que enfrentaban a los turcos respondían al mando de Janos Hunyadi. Tras muchas victorias defensivas, los húngaros se lanzaron en ofensiva sin gran éxito.
En 1453 la cristiandad se vio conmovida por un hecho sin precedentes: la toma de Constantinopla por Mohammed II. La ambición de este hombre era llegar a Roma, pero el camino de Italia pasaba por Hungría.
En 1456, a tres años de la caída de Bizancio, Mohammed atacó las fronteras meridionales del reino. El baluarte más importante, la "Puerta de Hungría", era Belgrado. Se le puso sitio.
Un predicador, Juan Capristán, pidió una Cruzada contra la Media Luna. Las fuerzas reunidas, muy pocas en relación al inacabable ejército infiel, se sometieron a las órdenes de Hunyadi...
Un día "vaporoso" de 1456 entraron en combate con los sitiadores de Belgrado. Juan Capristán iba en vanguardia portando una cruz metálica de tres metros de alto. Los turcos fueron vencidos y el peligro se alejó de Europa por un tiempo.
El Papa, contento con el triunfo de Janos Hunyadi, determinó que en todo el mundo cristiano se tañesen las campanas a mediodía en recuerdo de la batalla. Por eso todavía hoy suenan a tal hora.
Cuando las oigan, piensen en los sables y la sangre de Belgrado, el Belgrado de los jenízaros muertos.
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Publicado en TEXTOS PARA NADA (OPINIÓN/Cochabamba), 29/01/1988
Imagen: Janos Hunyadi
Tuesday, January 2, 2018
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