Claudio Ferrufino-Coqueugniot
¿Qué
sucedería si el jerarca fallece repentinamente? ¿O se enferma? Porque hasta los
dioses tienen problemas gástricos, oncológicos, urológicos. Nadie está libre de
mal, así lo protejan los achachilas que no supieron proteger un imperio. A
todos les toca; Matusalén tuvo su día. El Olimpo griego sigue poblado, pero el
peso que tenían los seres divinos en tiempos homéricos no está más. O mueres o
te olvidan. Hasta a ellos. Mal hace entonces Evo Morales creyéndose eterno. Si
su maestro, el bufón venezolano, acabó de la peor manera y quién sabe dónde lo
arrumbaron. Bolívar de barro, ¿dónde quedó?
En el
masismo no se ha decidido una sucesión hereditaria porque bien saben todos que
el rey es él, y no habrá otro después de él. Se lo puede acusar de mucho, y de
más de mucho es culpable, pero Morales tiene carisma y sostiene una estructura
que en su ausencia se desbarataría. García Linera quiere hacer creer que se ha
formado una “conciencia”, que existe un programa, que nada va a revertirse.
¿Revertirse de qué? Aunque ciegos seríamos de no entender que ha habido, por la
situación, cambios positivos. Era un inevitable proceso histórico y este fue el
catalizador. Que se disparó por la delincuencia desenfrenada ya es otra
historia, que hasta pusieron a un sonriente Hare Krishna de embajador para
hacer de las suyas con el poder, otra. Manga de desclasados, de pillos,
aprovechadores, ladrones, violadores; esa es la conciencia, hoy, de la
“patria”.
Linerita, la
Hiena, tantos otros nombres de aves de paso, aves de mal agüero, no podrían
sentarse en la hirviente silla donde el patrón descansa sus nalgas. Linera
sería destrozado de inmediato por la plebe que idolatra. Lo único que lo
sostiene, y aprovecha magistralmente de la situación, es su crédito con el amo,
su amo. Perro faldero, solo estaría vagando perdido hasta caer en la perrera o
en algo peor, de no existir más su sostén. Perdemos saliva conversando acerca
de la eternidad. Ninguno de ellos, ni nosotros, somos eternos. Por eso los
segundones se van forrando los bolsillos bien, porque en cualquier momento
asoma el tiempo de la huida. Ya rico, El vicepresidente olvidará su marxismo de
opereta para dedicarse al jet set que idolatra y donde podrá moverse ya libre
de ataduras y prejuicios en algún lado. Podrá escribir poesía, Dios nos libre.
¿Cuánto
puede aguantar el gobierno de uno? Lástima que hay muy malos ejemplos en la
historia, en la izquierda o la derecha, o viceversa que al fin demostraron que
son lo mismo. Pero al destino nos encomendamos, según lo hacemos a diario,
conscientes o no.
Entonces,
por más años que dure, este es un proceso efímero y mortales sus actores. Claro
que no debe ser consuelo porque esperar desenlaces así puede ser letal. ¿Qué si
acabamos antes que ellos? Al menos sabemos que no hay dinastía como en Cuba, a
pesar de que la hija de Evo se perfila como las princesas multimillonarias de
la izquierda africana, por ejemplo. Del poeta Agostinho Neto al maleante de Dos
Santos y su hija cubierta de diamantes. Eso costó el dolor de Angola, la sangre
de Angola, las hermosas líneas del poeta que fue presidente, cubiertas de
oprobio.
El problema
no es que alguien suceda al cacique cuando este desaparezca. En el legado está
el drama, en las ruinas de un país donde impera el narcotráfico y la
democratización de la droga implica montón de dinero para unos, migajas para el
resto, que es mejor que nada, seguro, pero que a largo plazo trae consigo
completa destrucción.
No hay
sucesor, ni lo habrá. Por un tiempo continuarán gritando cuando Morales se
vaya, luego intentarán mimetizarse con el resto para evitar la represalia que ha
de venir. Pequeño alivio, pero alivio.
12/08/19
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 14/08/2019
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