Wednesday, July 14, 2010

El año aciago/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En Boris Pilniak fueron los años del hambre en la Rusia revolucionaria. Para nosotros, en Bolivia, el año en que el hambre acecha en el espectro de la guerra civil. Por un lado el marxismo trasnochado de los izquierdistas de siempre; por otro, el temor de los oligarcas de perder sus concesiones y sus privilegios. Y, peor aún, por encima, la sombra de la guerra étnica, que no reconoce fronteras políticas ni nada, que es el odio desatado y sin razón.

Los augurios no son buenos, aunque en la economía se vislumbra una situación que podría transformar algunos estamentos sociales, mejorar la educación, desarrollar el impulso a los pueblos nativos y mucho más. Sin necesidad de hablar de un socialismo que más se asemeja al populismo del tirano Melgarejo, o de cualquier otro barbado diecinuevesco de nuestra trágica historia.

El manejo indiscriminado de las masas, el arreo de las masas como animales de carga no es nuevo en el panorama nacional. Sólo que ahora lo practica un indígena sobre sus hermanos de raza. Dicen las viejas y algunos libros que no hay peor enemigo que el de casa y las circunstancias parecen prestarse a aseverar esta opinión controvertida.

El año aciago podría ser el año fructífero. Deslindarse del "bolivarianismo" de un dudoso caudillo como Chávez, escondido y en alerta bajo la imagen del gran Bolívar, más parecido sin embargo a Santander y a Páez que al Libertador.

Bueno sería dar noticias francas y alentadoras de lo que sucede en el país. Los extranjeros, los pobres sobre todo, los intelectuales, preguntan qué sucede en Bolivia, en un país cuyo nombre escucharon por primera vez desde el ascenso de Evo Morales. Hay desconocimiento e incomprensión, además de falta de información. Ellos ven que un pobre, un indígena, entronizado en el más alto lugar de una nación del Tercer Mundo, es buena nueva. Y debiera serlo, pero lo que hay que explicar es el entorno y el contexto del gobierno de Morales, alejándonos de su etnicidad y de su oficio infantil de llamero. Hay que romper el mito de que el pobre es en sí bueno, porque eso implicaría discriminar al resto del género humano. Entonces hay que adentrarse en política, en economía, en los aspectos ideológicos, superar la teoría marxista que con el desarrollo del planeta ha quedado obsoleta en muchas partes.

No tiene por qué ser un mal año. Comenzó con muertes y linchamientos. No es buen presagio. Sin embargo se debe intentar el diálogo, no permitir a los imberbes "revolucionistas" hacerse de un poder que no tienen idea cómo manejar, ni lo sabrán mientras no puedan cambiarse de pañales.
04/02/07

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Publicado en Opinión (Cochabamba), febrero 2007

Imagen: Laszlo Moholy-Nagy/Kinetisch, 1922

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