Monday, July 12, 2010
La Bosnia andina/MIRANDO DE ARRIBA
Lo que sucede en el país hoy es alarmante. Primero se juega una parodia "democrática" y luego se exacerba el espíritu de las masas con consignas racistas, "socialistas", una extraña mescolanza de supuesto progresismo y arcaismos aberrantes. Evo Morales, el nuevo autoproclamado Inti, ha decidido hacerse de Bolivia, por cualquier medio, en intento de crear un nuevo culto a la personalidad muy sui generis. No tiene un libro rojo, como Mao, ni un partido comunista como el soviético, pero ha encontrado, o han encontrado por él, el éxito de remover los arcanos del odio racial en una sociedad altamente clasista y discriminadora.
Sin embargo no es la manera de borrar los males que nos aquejaron desde la independencia, sin hablar siquiera del tiempo colonial. Ningún retroceso histórico es productivo, y validar, por ejemplo, la famosa "justicia comunitaria", es retroceder siglos, aunque, a decir verdad, justicia nunca hubo en favor de los oprimidos, siendo ésta una de las muchas causas de los problemas actuales.
Desde una situación de poder se puede tratar, con cordura y mesura, de implementar cambios necesarios en la sociedad boliviana. Pero imponer, con ánimo de fundar las bases de un totalitarismo, medidas que afectan a unos en favor de otros, no es otra cosa que reacción, que fascismos los hay también de izquierda. ¿Quieren él y García eternizarse en el poder aún a costa de la sangre de quienes son tan bolivianos como ellos, sean cambas, collas, blancos, negros, rojos o morados? La fortaleza de una nación está en su pluralidad, y en que las partes trabajen en conjunto en condiciones de igualdad. Todos tenemos derecho a comer, estudiar y trabajar. Tenemos derecho al agua, al ocio, a la libertad de opinión y pensamiento. Cómo lograrlo es el dilema, pero de manera consensual y pacífica. El gobierno tiene por supuesto derecho a quitar aquello que ha sido enajenado y a reformular redistribución de tierras para lograrlo. Eso es una cosa; atizar el odio racial, más que de clases, es otra. Se corre el riesgo con ello de despertar ocultas fuerzas, el peligro de que la gente desee el retorno del poder militar, como ocurrió en Argentina -de triste memoria-.
No es opinión reaccionaria, como probablemente pensarán los nuevos profetas del Collasuyo. Si se enfrenta a blancos e indios hoy, mañana se enfrentarán indios contra indios, y siempre habrá confrontación. Recuérdese a Bosnia, a Ruanda e, incluso, a la Camboya de Pol Pot.
15/1/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), enero del 2007
Imagen: Antiguo escudo de Bolivia
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