No quiero
redundar en estadísticas que demuestran el potencial, y la realidad fehaciente,
de una Santa Cruz pujante y de destinos aún mayores. Destino, el actual, que
despierta celos y suspicacias en los infectos manejos de la política. Nadie
puede negar que el centro de la economía nacional, que no esté basado en
actividades extractivas mineras, es y va a ser este departamento, al que en
lugar de ponerle obstáculos debiese apoyarse y empujar con fervor.
La era de una
tajante separación entre oriente y occidente en Bolivia llega a su fin, no solo
porque la interacción entre las partes crece, y medran sus actores, sino porque
incluso en términos raciales, la diversidad del oriente ha sufrido en las
últimas décadas notables transformaciones. La migración de oeste a este alcanzó
niveles que anulan cualquier intención de dividir una región de otra por sus
características étnicas. Existe hoy, sin embargo, cierta oscura confabulación,
que persigue únicamente intereses particulares y cuya meta radica en la
suplantación de una elite empresaria cruceña por otra que se adecúe a un
proyecto de tipo feudal y cuasi monárquico, de falsos tintes socialistas, que
aproveche la infraestructura y la capacidad económica ya logradas. Combatir
esta tendencia no significa no reconocer los errores de la clase capitalista
del oriente, todavía contagiada por efervescencias caducas y angurrientas. La
región tiene inmenso futuro, y la forma de explotarlo al máximo debe pasar por
una mejor distribución de la riqueza. Ello no tiene por qué afectar las
ganancias -llamemos justas- del inversor al mismo tiempo de afirmar trabajo
bien pago para el asalariado, quien, al disponer gracias a ello de un excedente
monetario, lo invertirá en el circuito que se retroalimentará y crecerá con
bonanza para todos. Se deben inventar políticas que lo permitan, amén de
sentido común, visión y criterio.
Vivo más de
veinte años afuera. Los frecuentes retornos han impedido formarme una mirada de
turista, como suele suceder con quienes emigran. Al contrario, veo el país y
sus cosas como alguien que nunca se alejó. Pero, por otro lado, la ausencia
hace más notorios los cambios y agudiza las diferenciaciones. Y no puede haber
ceguera como la de negar que donde es más dinámica Bolivia es en Santa Cruz de
la Sierra. Que se deba a favores de un gobierno u otro, ventajas ofrecidas,
créditos blandos, lo que quieran, no importa. El asunto está en que el
departamento produce el mayor porcentaje de alimentos de la canasta familiar
nacional; sus exportaciones hacen competitivo al país; su industria avanza, al
igual que su comercio. Viajando desde el aeropuerto hacia el centro de la
ciudad lo que se observa son interminables negocios relacionados con el agro,
maquinaria, a diferencia de solo lo suntuario que se mira en ciudades como
Cochabamba. Luego, ya
entrando en la ciudad, se presentan a la vista profusión de cafés,
restaurantes, lugares de entretenimiento y diversión. Actividades que por su
número y condición reflejan un estable flujo de dinero.
Santa Cruz ha
progresado con celeridad, en corto espacio de tiempo. De aquel idilio rural que
significó en un pasado cercano, se ha convertido en el mayor polo de desarrollo
boliviano, quizá solo equiparado al otro polo, en muy distintas circunstancias,
El Alto de La Paz. Su avance económico ha fundado bases para que en su interior
crezcan otros aspectos también importantes de la vida ciudadana: deporte,
cultura, turismo. Hoy por hoy, en el área literario-periodística, Santa Cruz va
camino a convertirse en referente, dejando atrás una imagen que parecía dejarla
a la zaga de las ciudades de occidente. Por casi dos lustros, los literatos
cruceños han afirmado una presencia ya ineludible, para beneficio de todos.
Breve paseo, o
mirada rápida, por un panorama de riqueza y múltiples promesas. Fui desechando,
año tras año, aquel prejuicio mío, y colectivo en donde vengo, del atraso
oriental. Eso pasó a formar parte del mito.
Septiembre 2012
Publicado en el Especial del 24 de Septiembre, El Deber (Santa Cruz de la Sierra)
Foto: Catedral de Santa Cruz
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