Claudio Ferrufino-Coqueugniot
La lámpara no tiene luz. Es de día, no la necesito. La Paz sube por un lado y baja por el opuesto. La veo desde mi ventana. Y el mariscal (Sucre) señala algo con su brazo frío.
Miraba, en Arlington, un grupo de árboles, unos tachos de basura y las ardillas jugando en los vallados. Era marzo, muriéndose el invierno. Mi apartamento se encontraba en la planta baja de una casa de dos pisos. Por la ventana delantera, a las seis, venía Chris, que vivía arriba. No era mía. Los días pasaban y yo subiría, tenso, a su puerta.
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Publicado en SIGNO (La Paz), septiembre-diciembre, 1991
Publicado en Opinión (Cochabamba), 07/11/1991
Thursday, March 26, 2015
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Abrazos, querido amigo. Ya sabes cómo disfruto tus Cuadernos de Norteamérica.
ReplyDeleteLo sé, Jorge. Gracias.
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