Simón Romero
escribe en la primera plana del New York Times sobre la corrupción en Brasil.
Se centra en el PT, mal llamado “de los trabajadores” habiendo el asco
eliminado cualquier memoria épica adherida a su creación y a su lucha. Eso de
trabajadores quedó en el pasado, junto a la basura de los torturados cuerpos de
los crédulos. Pobres, si resucitaran, y vieran que el martirio sirvió para que hoy
una sarta de cabrones se enriquezca con su sacrificio. Tontos útiles,
estupendos cadáveres.
El senador
Delcídio do Amaral (petista) posa para el texto en su lujosa residencia. A raíz
de sus informes comenzó a colapsar la gran mentira, que también incluye a
líderes de la oposición pero cuyo núcleo fuerte está en los trasnochados
marxistas en vela alrededor del dinero. Amaral “cantó” para que no le cortasen
las alas. Llegó a un acuerdo y ahora desmiente, descubre y atonta a sus viejos
correligionarios con detalles de la gigantesca manipulación del dinero y su
distribución a manos llenas, Lula incluido, el apóstol de la revolución mundial
que ahora amenaza, según cuenta Romero, con convertirse en Nerón y atizar en fuego
al país.
El mismo Amaral,
“trabajador” desde 2001, que gastó millonadas en el quince de su hija, con 240
botellas de champagne Veuve Clicquot y un vestido de cristales de Givenchy para
la agasajada. El autor del artículo pone la fiesta al nivel de los festejos de
la nobleza europea.
La tragedia se
mece por encima de la cabeza de la vanguardia del proletariado. No es ya el
fantasma del comunismo que recorre el mundo, sino el miedo de que se descubran
los bajos menesteres de la izquierda brasilera (y el resto) y terminen los
nuevos amos en prisión. Da tristeza, mal parafraseo, que un partido que
supuestamente nació en defensa de la vida y la clase trabajadora, ha superado
con creces cualquier ínfula corrupta de la derecha. Estos, en Brasil, Bolivia,
Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Argentina, dejaron como infantes de teta a
los sombríos Pinochets. Quizá los muertos no se suman como bajo aquellos y se
debe a que los difuntos no valen en metálico, no son negocio… a no ser que
impidan el negocio.
Pánico es vocablo
que se repite en la página y media que ocupa Brasil en el NYT. Los trabajadores
han entrado en pánico porque si los descubren tendrán que trabajar; devolver lo
robado y dedicarse a construir futuro como lo hacemos todos: a lomo. En
términos ideales, claro. Sabemos que no es así.
Mientras tanto en
el lado oscuro del continente, el andino, se desarrolla a la par que el
escándalo del latrocinio en esferas de gobierno, del narcotráfico tan obvio y
tan callado, un novelón de faldas de la peor especie. El pueblo, mordaz e
irrespetuoso con los ángeles en caída, crea a diario cuentos, chismes, chistes
con amplio material a disposición. En un meme divertidísimo aparecen el
presidente Morales (dios-vivo, Dalai Lama local, de dudosa filosofía y peor
existencia), en pijamas, Quintana en calzoncillo, y la fámula (Zapata) en camisón.
Reza el meme algo como “Doña Flor Zapata y sus dos maridos”. Presidiaria hoy,
la bígama, jamás pensó que se descubriría este triángulo fastuoso, no sé si
amoroso, entre ella y los dos chivitos cabríos. Lo que construye el poder… Lo
que levanta el dinero…
“No renunciaré, a esa paz que tú me das día tras día a cambiar mis penas por tus alegrías y a ese amor que tú me das con garantías”, canta Rocío Jurado. ¿A qué garantías
se referirá la Rousseff? ¿A la paz de los billetes? Da vergüenza declararse de
izquierda sin activa cuenta bancaria. Los pobres no pueden ser de izquierda,
desentonan.
04/04/16
_____
Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 05/04/2016
El culebrón plurinacional, que por exigencias del guión ha mutado en un esperpéntico ‘ménage a trois’ se me ocurre que podría pasar a engrosar la borgiana Historia universal de la Infamia, pero con barniz tropical por lo tragicómico del asunto, qué mejor pretexto que el propio poeta Quintana mentando a Borges para impresionar a la doncella, sin duda espoleado por sus desatadas “hormonas amazónicas” . Aunque aquello de los dos “chivitos cabríos”, unicornios como el orinoquense y otros seres cornudos, podría embellecer el bestiario del maestro argentino, por otro lado. No sé cuál de las opciones tendría más sentido, o tal parece las dos caras de un mismo espejo. Saludos.
ReplyDeleteLos esperpentos. La Bolivia plurinacional haría las delicias de Goya. Imagino al pintor retratando como ave de mal agüero al cacique. O al Bosco, peor aun, donde aves de rapiña con cola de puerco y armadura de latón andarían pinchando al universo para apoderarse de sus jugos. Respecto al poeta "borgueano", qué decir. Son asnos patéticos, ni siquiera animales de carga. Saludos.
Delete