Queda un
sentimiento de satisfacción al leer las últimas líneas de “Diario Secreto” de Claudio Ferrufino-Coqueugniot. Un texto que no desmerece en absoluto la
bien ganada reputación del resto de su obra.
Libro duro, en forma y fondo, con lenguaje descarnado, agresivo. Cuenta la historia de un psicópata, sobre todo en primera persona, lo que permite seguir el hilo conductor de los pensamientos de quien si fuera descrito solo desde fuera, merecería fácilmente el adjetivo de monstruo u otro similar (Que podría merecerlo, pese a todo. Dependerá de cada quien).
Libro duro, en forma y fondo, con lenguaje descarnado, agresivo. Cuenta la historia de un psicópata, sobre todo en primera persona, lo que permite seguir el hilo conductor de los pensamientos de quien si fuera descrito solo desde fuera, merecería fácilmente el adjetivo de monstruo u otro similar (Que podría merecerlo, pese a todo. Dependerá de cada quien).
Pese a ello, no
es un texto que origine rechazo por su violencia. Me arriesgo a decir que no lo
hace porque habla, se comunica con nuestro propio lado oscuro; porque de la
mano de la narración acaso llegamos a intuir que bajo ciertas circunstancias
podríamos desencadenar un vendaval tan sangriento como el que atestiguamos en
los 43 capítulos de la novela (personalmente, gustoso hubiese prescindido del
último, de apenas 4 líneas).
Y parece que el
autor intuye esa casi complicidad del lector, cuando ya al encarar el final del
texto, ordena al narrador que dirigiéndose a un personaje que le grita su
desprecio y asco, asumiéndose superior/mejor, le diga: “… Y vas a ayudarme. No
porque me pesen las cosas que hago, sino para convencerte de que no somos tan
diferentes, tú y yo”.
De yapa, me llevo
la tarea de buscar una obra del Marqués de Sade, y una hilarante (al menos para
mí) referencia a Messi y Maradona.
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De la página de
FACEBOOK del autor, 17/02/2017
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