Estados Unidos acaba de anunciar que arrojó la bomba MOAB (Mother Of All Bombs), 21.600 libras, sobre el distrito de Achin, provincia de Nangarhar, Afganistán. El objetivo era una base y túneles de ISIS en ese remoto rincón que linda con Pakistán y que tiene a Jalalabad como su capital. La región se hizo famosa por Tora Bora, las cuevas donde supuestamente se escondía Osama bin Laden. El 21 de febrero del 2016, el ejército afgano y los aliados anunciaron que se había liberado Achin de combatientes del Estado Islámico.
La Casa Blanca prepara 18.000 huevos de Pascua para que los busquen los niños en sus jardines. Es un día de gloria y de piedad para la cristiana, blanca e impoluta población del país. Qué grandes somos, dirán en las redes y en prensa los representantes de la derecha, del centro y de cierta dudosa izquierda. Habrá pasado una Pascua más, no tan tranquila como otras, con la seguridad de que el mundo observa y aprende, y envidia el poder y la humanidad de USA, “América”, como suele llamarla en repugnante tono y con la trompa alargada el delincuente que gobierna hoy: Donald Trump.
Mientras tanto, Ivanka, Donald Jr. Eric, Jared, porque por sus nombres propios se trata a la monarquía actual, llenan las arcas familiares de oro, dinero que también va al presidente a pesar del conflicto ético. Desde Perú a Azerbaiján, pasando por Filipinas y con la gigantesca kermesse china, los Trump hallaron una veta que los librará de deudas y los enviará a los cielos por generaciones cargados de joyas, por los siglos de los siglos, amén.
Hay inconvenientes, claro, en esta carrera comercial en la que se han enfrascado, incluido su socio ruso Vladimir Putin. No se puede con impunidad mostrarse desnudo en la abyecta avidez monetaria y de poder que tienen; hay que jugar necesariamente a la política, y la manera de los autócratas de hacerlo, para cubrirse y encubrir sus actos es mediante la guerra. Esos obstáculos pueden ser niños sirios, campesinos afganos, hambrientos norcoreanos o lo que fuere. Al fin, esta gama de elementos casi humanos no importa mucho, son piezas ni siquiera de un ajedrez macabro porque no es tan sofisticado, sino de un juego de fútbol americano pleno de brutalidad y propaganda.
Pobrecitos los niños de Siria. Comeremos huevos esta Pascua y rezaremos por ellos, que son necesarios, y tanto, en el mercadeo inverosímil que vivimos.
El distrito de Achin tiene como 100.000 habitantes. La bomba MOAB tiene un área de acción de cinco kilómetros a la redonda. Morirán islamistas, seguro, como plantadores de adormidera y pastores de cabras. Qué importancia tiene. La explosión evita la muerte de soldados patriotas como el sargento Mark De Alencar caído en la zona hace solo 3 días. ¿Alencar? ¿Cómo José De Alencar, el autor brasileño de Iracema? No suena muy anglosajón ese nombre, míster Trump. ¿No era que la población latina estaba compuesta de violadores y asesinos? ¿De cómo un héroe con tal nombre y tal rostro de cabello negro? No muy parecido a usted, blanco y rojo como el cerdo de Pink Floyd.
Dicen que el Estado Islámico tiene entre mil y tres mil combatientes en el área. Pero si añadimos los muertos de los últimos años suman más de lo que su exterminación hubiese tomado. Es que Korasán, la mítica tierra islámica extendida en el Asia Central, provee incansable en la lucha contra el infiel. Por más que deteste el fundamentalismo islámico puedo entender su reacción frente a siglos humillantes y criminales en manos extranjeras. Tanta ira, violencia, conlleva un pésimo resultado que parece ha de eternizarse.
El señor Trump no es solo un racista ignorante y soberbio, es un maleante de marca mayor. Se ha encaramado en el trono de la que en algún momento se pensó nación libre y democrática. Lo poco o mucho que se da a la población, el acceso a un nivel de vida elevado en comparación con el resto de los hombres, hace que se lo acompañe y soporte. Está en un momento crucial de su presidencia y hasta de su libertad personal. Los manejos oscuros suyos con el Kremlin, que incluyen negocios petroleros, videos pornográficos y quién sabe, estaban a punto de desnudarse. Optó por el mejor enmascaramiento: la fuerza militar. Uno de los dramas de la población norteamericana común, atenazada entre la Biblia y la ametralladora, es que reacciona siempre de manera frenética, positiva, ridícula y masiva ante las demostraciones de fuerza. Es expresión de su miedo. Quien no teme no necesita armarse. Los norteamericanos recelan del vecino, de la madre, del padre, de la comunidad que dicen tener y que no tienen. Viven aislados, maniáticos, solos, depresivos, drogados, alcoholizados, onanistas, pervertidos, dispuestos desde pequeños a la denuncia, ávidos de reconocimiento y prestos a llorar o vomitar en cualquier momento. Esa es la base popular de míster Trump: la escoria. Por supuesto, si escoria es él, su hija, sus hijos, esposa eslovena, mujeres, su padre, madre y la puta que lo parió.
Pues bien, se lo aplaude. Ese es el líder, el que pone a “América”, otra vez, donde debe permanecer. Los yanquis tienen, y usaron, a MOAB, la Madre de Todas las Bombas. Su cónyuge en delito, Vladimir Putin, dispone de FOAB, el Padre de Todas las Bombas. Y entre ellos estamos nosotros, los inútiles, y los carneados, víctimas sin nombre pero de color. Tal vez los de ISIS no estén tan equivocados y haya que invocar a Dios para defenderse del mal. Volvemos a los estadios primarios, donde la salida del sol era evento divino, no ciencia.
13/04/17
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