Hablaba George
Bush del “eje del mal”, en una historia no tan vieja para olvidarla. Interesante
descripción de sus enemigos asociados en su mente y dispuestos a enfrentarlo,
siendo él mismo encarnación maldita.
Los días pasan.
Se cocina, se come, se duerme. Ya desde las tres de la mañana la prensa
norteamericana está despierta descubriendo las últimas estupideces del gendarme
con peluca, presidente, aunque no lo quieran, de los recién destapados Estados
Unidos, esos que se mimetizaron tan bien en la sombra y de quienes se creyó
digirieron y aprendieron las enseñanzas del doctor King. No había sido así, a
pesar de que The Donald tiene en la oficina oval un busto bien negro del
apóstol de los derechos civiles. De poco sirvió: las fobias crecieron al amparo
del silencio y lo que fue, así fuese aparente, nunca más lo será. No hay vuelta
atrás después de este espanto.
Saltamos a
Nicolás Maduro y la horda de narcos asesinos. Volvemos, una y otra vez, a la
pena de saber en esencia que sin las armas militares aquello no cae. Como para
confiar en los gorilas. Y milagros se terminaron cuando los pies aprendieron a
caminar y la boca a formar palabras. ¿Dónde está el francotirador? Un fusil,
una mirilla, una ventana más la aurora de la bienventurada muerte. Parece fácil
decirlo, como preparar un desayuno. Los días pasan. El reloj no se inmuta con
los bailes del payaso dictador ni con el garrote del vil Diosdado Cabello. Pero
así murió Chávez, el bufón mayor, de la noche a la mañana, sin la garra que
tuvo el barbudo Fidel para aferrarse a los billetes hasta que no pudo. Ni una
moneda se llevó, ni el par que ponen en los Balcanes sobre los ojos para pagar
el pasaje.
Evo Morales ya se
prueba el traje de eterno. La corte de los milagros que danza en derredor
rebuzna y relincha en camotera febril con el curaca. Tiene un palacio; nada le
costó destruir una ciudad antigua. Como sus congéneres arriba, el gringo y el
chofer, jura que por sí solo puede cambiar la historia. Pero esta, la historia,
es puta que paga mal y que nunca se enamora. Embelesa con labios pintados; el
carmesí es color de deseo y pasión pero también de sangre. Peor para aquellos
que solo leen el porvenir en piedras y en arrugas, porque las sutilezas de esta
meretriz son tan leves que con facilidad se soslayan y ahí el error. De pronto,
el cataclismo, derribo de sueños y realidades mitómanas. Le caerá a Trump; se
acerca a Maduro; va girando en hipérboles alrededor del cacique. Suena a
lotería; en pocas palabras así se podría definir el futuro de la angurria.
Llueve en
Colorado. Luego de la pesada carga del calor se alivian las plantas. La lengua
del perrito de casa ya no cuelga desconsolada. Nada persiste, ni sol o luna o
calor y nieve. No creo en las premoniciones; este es un hecho concreto. Lo
mismo va a ocurrir con los mármoles de los príncipes: hoy sirven para bailar y
al rato juegan de lápida. Pienso en Vladimir Putin y la certificación de lo
inmóvil. Mueve a risa, sobre todo en Rusia, que si bien da largas a sus
tiranos, da igual cortas y terminan mal. Putin como el apogeo del poder, el
gran ejemplo.
Hago girar este
triángulo con las manos en la mesa del jardín. Apuesto conmigo acerca de cuál
de sus lados se va a quebrar primero. De todos modos, será motivo de fiesta y
de descorchar un vino para saludar el descalabro. Estados Unidos, Venezuela,
Bolivia, tan distintos y con similares energúmenos.
07/08/17
_____
Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 08/08/2017
Heme aqui de nuevo, despues de sudar la gota gorda y varias noches durmiendo mal, enfrascado en la colección de alimañas plurinacionales (muchas gracias pòr la réplica, ojalá llegue a tus numerosos lectores). Justo anoche veia un magnifico documental sobre la tragedia del Kursk y de cómo Putin y sus zànganos almirantes (todos gordos)dejaron morir a los sobrevivientes con oscuras y maquiavélicas intenciones de fondo. Inexplicablemente, tiempo despues, la popularidad del nuevo zar estaba otra vez muy alta,por supuestamente reformar el ejercito y llevar a la madre Rusia a un nuevo protagonismo internacional con sus planes armamentistas. Saludos.
ReplyDeleteNo vi el documental -que buscaré- sobre aquello, José, pero lo seguí mientras sucedía. Fue tan obvio lo que dices, que poco era el interés en la supervivencia de los marinos. Pero, otra vez, en las oscuras vueltas de la historia, muy oscuras en Rusia, el zar se encaramó sobre todos los muertos. Parece una historia de los principados rusos y mongoles de la época de Nevski. Saludos.
Delete