Tuesday, March 6, 2012
Miedo a morir/MIRANDO DE ABAJO
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
La primavera árabe ha remozado el mundo. Las piezas, como en un dominó, van cayendo de a poco, e incluso, tan lejos como Rusia, tienen eco. Ya no importa si Putin se hace otra vez de un poder que nunca perdió. Como mostraba una ilustración hablando de las protestas rusas, su busto de César está resquebrajado. Cuestión de tiempo.
La solidez del “comunismo” chino, aun contando con que el país llegue en un par de décadas a ser la primera economía del mundo, es otro objetivo. China necesita de una revolución; está bajo el riesgo de ser aplastada por dinastías fundadas con base en el Partido, que eventualmente chocarán entre sí, pero que, mientras tanto, en una febril y ascendente carrera hacia el dinero, son negligentes con un pueblo que sigue muriendo de hambre. Hay que acabar con los noveles emperadores del mismo modo que se hizo antes. El sacrosanto socialismo no es más que otra gran mentira y hoy los Voroshilovs y Mikoyans forman aristocracias más respingadas que cualquier Borbón.
Soy contradictorio en cuanto a las formas de proceder con individuos semejantes. Tomemos a Qadafi como ejemplo. Criticar la forma en que murió renueva una anciana discusión. El problema es que, en casos de poder absoluto, un simple juicio y encierro en las maravillosas cárceles europeas –comparándolas con las nuestras-, no parece ser castigo suficiente. El individuo aquel, príncipe de las tinieblas y patológico criminal, terminó como le correspondía, en el horror del abuso, incluso de la violación previa que ejercitaron con él. Tuvo su Talión bien merecido, y más merecido porque lloró rogando por su vida. Encima de tirano, cobarde.
Mubarak, tenaz ladrón con el aval de occidente, entra al juzgado en camilla. Es normal sentir compasión por alguien en su estado, aunque si contemplamos el panorama cercano, vemos que la compasión hacia los enfermos es algo que no cabe en los planes de los poderosos. ¿Por qué entonces compadecerse por el líder egipcio? A riesgo de que los Hermanos Musulmanes o grupos de tendencia fundamentalista se apropien del genuino movimiento popular que derrocó al inamovible en Cairo, Mubarak tiene que terminar en la horca, igual que Saddam Hussein (una de las pocas cosas que los gringos hicieron bien en Irak) y su corte de delincuentes. No es que sea lección porque no va a serlo. La ambición se ubica muy por arriba de cualquier enseñanza, y cada uno que cae bajo su influjo tiene el prurito de sentirse eterno, intocable.
Uno de los guerrilleros de la oposición siria amenazaba, algunas semanas atrás, con brutal castigo para el mequetrefe de Bashar al Assad y su familia. Es que no se puede concebir de otro modo. Si a uno le tocan la familia, reacciona. Recuerdo cómo mi padre ya cuando mi hermano se encontraba a salvo de la Triple A que lo buscaba, sentenciaba que de haberle pasado algo a su hijo, toda, toda, la misión militar de aquel país (Argentina) hubiese marchado con paso de ganso rumbo al infierno. El día que agarren al señorito Assad deben entregarlo a la venganza de las masas. Qué terrible, pensarlo, y más escribirlo, pero la historia se radicalizó tanto que no caben ya consideraciones.
Yendo ahora hacia el temor y alejándonos un poco del castigo, está el patetismo del moribundo de Caracas. Tanta perorata acerca de socialismo, de marxismo, para terminar ofrendando todo ello en inmundos rituales a seres fantasmagóricos como los “espíritus de la sabana”, o vírgenes que luego del cáncer se han multiplicado. La muerte está ya, carajo, sea hombre y enfréntela, no raspe tanto sus rodillas bajo imágenes de Cristos caucásicos y solloce como primeriza por haber perdido algo. ¿No era tan macho, tan valiente? ¿Cómo quería encarar cincuenta años más si no sabe ajustarse los pantalones? Cuando a Juan Antonio Morán lo buscaron para matarlo, fue directo al comisario y le dijo: “sé que me andás buscando”, y le pegó dos tiros. Eso, péguele dos tiros a la muerte en lugar de afeitar al pobre Marx para que parezca, de pronto, la virgen de Coromoto. Sin llanto.
05/03/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 6/03/2012
Imagen: Nuestra Señora de Coromoto
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