Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Carlos Valverde Bravo, Wilson García Mérida, dos nombres, de varios, a los que la “democracia” fundamentalista ha puesto en capilla, no porque vayan a fusilarlos, que ganas deben tener, pero aplicarles la muerte civil, acallarlos.
Carlos Valverde Bravo, Wilson García Mérida, dos nombres, de varios, a los que la “democracia” fundamentalista ha puesto en capilla, no porque vayan a fusilarlos, que ganas deben tener, pero aplicarles la muerte civil, acallarlos.
La lectura de la
historia, la economía, otras ramas, que hace esta espantosa camarilla que
gobierna, no solo peca de sobrecarga seudo-ideológica sino de miopía. Se han
tomado demasiado en serio a sí mismos, han internalizado presunción de
divinidad, profecía… y blindaje con naturalidad. Para ellos la patraña del 21
de diciembre, del advenimiento de otra era, otra lectura pésima (del asunto
maya en este caso), conlleva la desesperación de conseguir bendición ultraterrena
para el decorado que montaron. Les compra tiempo. Los ladrones de bancos miran insistentes
el reloj para terminar antes de que suene la alarma. Lo mismo acá mas con
anhelo desmedido de que no se acabe. Pero la historia del rey Midas no es
inútil, ni la del ratero que prefirió ahogarse antes de tirar el oro que
cargaba en los bolsillos y lo arrastraba con su peso hacia el fondo. Hay que
aprender a leer.
Fuentes “secretas”
me informan que el vicepresidente ha encargado chalinas exclusivas a una diseñadora
en Inglaterra. Yo que amo el tejido andino, y que concuerdo con los
especialistas que éste forma parte de un selecto y sofisticado grupo de pueblos
que tejen obras de arte, me pregunto el por qué. Tal vez la burda lana de
llama-oveja, irritan la delicada piel del delicado. O hemos retornado a la
feria de las vanidades de Thackeray y los populares quieren verse como condes.
Habría que tocarles, una y otra vez, el tango de la mascarita. El “Robespierre”
andino nada tiene, ni las calzas, del incorruptible de Arras. Dejémonos de
pendejadas.
¿Qué tiene que
ver la palabra, los periodistas mencionados con asuntos de hilo y trama? Mucho,
porque a ningún falsario le gusta que se hagan públicos sus gozos, que las
cuitas las cargamos los demás. Y el gozo plurinacional no radica solo en
asuntos de tocador; también en debilitar un sistema democrático, en el saqueo y
la intolerancia. Quien lo denuncia es enemigo público, porque la actividad de
los reyes suele creerse por encima de los hombres.
El mandarín
aspira a un imperio de sumisos, de cabeza gacha y sonrisa servil. Aunque para
ello tenga que convocar a los espectros del pasado, a manipulaciones de tipo
religioso, a vestimentas mal dichas autóctonas, disfraces de carnaval y firmas
de moda. No quiere radios, periódicos, Internet, porque los medios de
comunicación acentúan según ellos la decadencia. A pesar de que por su lado los
utilizan en bazofias mediáticas donde rebuznan asnos y pululan amanuenses,
algunos hasta con pomposos cargos de jefes de re(f)acción.
Cuando se ha
dominado todo, ante la ausencia de oposición firme y permanente, los autócratas
podrían sellar su paraíso, pero tienen el problema de los reacios a doblar la
cerviz; peor si piensan, y peor si dicen o escriben. Sucedió con Hitler y con
Stalin, con Lenin y Mussolini, con el poeta Mao. Cómo no con estos pensadores
descalzos, adláteres de cualquier idea, descastados y mínimos, adalides de la
ignominia.
Le cortan espacio
a Valverde; García Mérida se refugia en Brasilea, al frente de Cobija. Victorias
pírricas. Estos periodistas no actúan por pago. Defienden lo que creen justo
defender. Y ahí radica su solidez y diferencia. El gobierno solo puede comprar,
con cargos o dinero, voces destempladas que no saben para qué hablan, solo el
por qué contante de su precio. A desalambrar, cantaba Victor Jara, a levantar
los postes que siembran los poderosos. Cuidado, a los que ponen y a los que
remueven, que el alambre de púas hace giros inesperados y se introduce en la
carne, destrozándola.
15/10/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 16/10/2012
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