Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No soy agorero de
la sal ni del café, ni tampoco sesudo estadístico que adivine, en cálculo de
probabilidades, el resultado del primer encuentro del mundial brasilero. Solo
guardo intuiciones, las más equivocadas, respecto a muchas cosas y, en esta,
voy a echarme a un país encima, y a su presidenta que asume en su cuerpo el
peso de sus convicciones políticas.
Apuesto a Croacia
no por una historia o un tercer puesto en el pasado. Quizá ayuda la magnífica
presencia deportiva que tenía en mi niñez Yugoslavia. Ni siquiera eso. O dos
compañeras de curso de mi hermana María Renée, con apellidos terminados en
“ić”, “c” con acento, por si acaso, cuyos cabellos brillaban como el sol de
Dubrovnik y tenían ojos de lapislázuli eslavo. Mezcla de todo, de libido e
historia, de geografía y nostalgia. Quien lo paga es Brasil, sin tocar Neymar
la primera pelota ni David Luiz haber destrozado al primer dálmata que se
atreviese a rondarlo. Simple y llana intuición, libre de prejuicios, a pesar de
los ojazos de pestañas tan inolvidables como el mejor gol.
¿Qué sucedería si
mi larga lengua bicéfala tiene razón? Faltan dos elementos para sentenciar a
Brasil: no se juega en Maracaná y no está Obdulio. Pero son tan insondables los
designios de los huesos que arrojan los chamanes a orillas del Congo, rumiando porque
la suerte les depare la pesca de un pez-tigre, el devorador. Los huesecillos
pueden caer de cualquier lado, son tan volátiles como las hojas de coca de los
yatiris cercanos. Todos mienten, o saben mentir.
Croacia 1 a 0,
digo, con el mundo entero vivando el jogo bonito y la bonita masacre. Veremos;
pero, aclaro, no es que lo quiera ni lo consienta. Lo he soñado durmiendo en la
tarde, que no es lo mismo que dormir de noche.
11/06/14
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Publicado en El
Nacional (Tarija), 12/06/2014
Fotografía: Luka
Modrić
cuyos cabellos brillaban como el sol de Dubrovnik y tenían ojos de lapislázuli eslavo.... (eso es bellísimo)
ReplyDeleteBuen texto, amigo Claudio.
Gracias, querido Jorge. Conflicto familiar, este texto, ya que mi esposa Ligia es paulista.
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