Parece una
sentencia de muerte. Lo es. Temporal.
El problema está
en que la retórica de Donald Trump ha despertado un falso orgullo incluso entre
los leídos a medias. Puedo entender el concepto de pertenencia y la angustia
que sin duda se acumula al ver al Otro posesionándose del terreno de al lado.
Todavía no se ha animado con tu propiedad particular, pero no faltará mucho. Si
observamos el fenómeno de Evo Morales encontraremos que esa angustia de siglos
ha sido canalizada por una gente principalmente en favor propio, pero dejando
un resquicio por el que tal vez la masa alienada pueda avizorar el orgullo. De
ahí su éxito.
Las fechas son
números de calendario. El resto es imaginario. Sucede que ese imaginario, o sea
incluso lo subjetivo, ha sido invadido por los otros. Gran festejo para los
mexicanos de Denver que ni se preocupan del pasado histórico y por qué se
conmemora hoy. Para ellos, inmigrantes que han venido a quedarse aunque
pendulen a ratos entre un borde y el otro, este 4 de julio representa su
participación en la americanidad, incluso dentro de la ilegalidad. Constancia
de un sueño convertido en real.
Escucho una
conversación entre un boliviano, beniano, y un peruano, hace muy poco. Decía el
de abajo que esto no era vida pero que valía como preámbulo –enriquecedor en
metálico- de un futuro mejor en el retorno. Respondía el peruano, desde la
seguridad de una casa nueva de dos pisos que no hubiese soñado en su terruño,
que acá también se podía hallar felicidad. Como que la alegría vence a la
nostalgia. Ahora aparece Trump negándole a este último sus logros de dos
décadas, el inglés de sus hijos, su afición y destreza de y con la tecnología,
el dinero en efectivo, los padres contentos y pudientes en el país de origen gracias
a las remesas. Trump no se da cuenta que hay un escollo insalvable para su
discurso xenófobo. Esta gente ha echado raíces y no va a permitir ser
concentrada en campos de “ajenos” porque ajenos ya no son. El documento
migratorio es, a la manera de Serrat, un papel. La realidad es fuerte y es fiel
e imposible de ser removida.
No es que vaya a
haber una batalla campal o un genocidio parecido al armenio. No, aun si se lo
quisiera. Pero Trump, sus asesores y seguidores, están bajo el embeleso de una
mentira, de lo falso de esperar el blanqueado espontáneo e instantáneo de
“América”. Ante el primer embate masivo racista en contra de la población
latina la reacción económica será brutal. Quizá haya un repliegue mexicano
sobre todo que romperá el espinazo de las industrias. Si alguien, hoy, trabaja
en los Estados Unidos, es el inmigrante latino. Obviarlo es un suicidio. Ningún
peluquín afectará un proceso histórico irreversible que tiene que ser aceptado
con sus errores y aciertos.
Hablar es fácil;
gesticular; ponerse melifluo, arrogante, violento. Lo triste es que estas
actitudes del candidato republicano se extienden entre una población estúpida y
adicta cuyo único escape para no aceptar su fracaso, la estrepitosa derrota
contra el sur, radica en la verborrea insulsa. Llega el tiempo de nuevas luchas
por los derechos civiles. A diferencia de la población negra de los años
sesenta, la latina es poderosa en su capacidad de gasto. No solo dentro de los
EUA en el campo local, también México representa el socio indispensable hasta
de la “nueva” américa trumpista. Eso no se avasalla con facilidad.
Nos han de sentar
en la silla eléctrica, no hay duda. Jugada simbólica que carece de vitalidad y
de soporte. Trump es un pelele de aquellos que la historia caga cuando está
estreñida. Poco aguanta su dureza y el peluquín no hará escuela.
Cabe afirmarse en
el territorio, en la casa, el trabajo, el barrio, la ciudad. El enemigo está
armado hasta los dientes pero le falta ilustración.
04/07/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 06/07/2016
Foto: Calvo Donald Trump
Hay tanto analfabeto funcional, aun en los sectores universitarios de EEUU,(mira lo que pasó en el Reino Unido, donde mucha gente instruida votó emocionalmente a favor del Brexit y hoy parece arrepentirse por la incertidumbre derivada)que fácilmente se deja llevar por la retòrica nacionalista del payaso Trump sin ponerse a reflexionar en las implicancias politicas y económicas que su ascención podría acarrear. Resulta paradójico que el pais que más empresas globales cobija quiera de repente replegarse y echar a los inmigrantes por temores infundados. Por otro lado, Hillary Clinton tampoco entusiasma, su candidatura suena apolillada. El electorado tendrá que decantarse por lo malo conocido que dejarse arrastrar en una aventura de imprevisibles consecuencias.Saludos.
ReplyDeleteDe acuerdo, a pesar del polvo que cubre la candidatura de Clinton. Sanders tampoco era una garantía, menos para América Latina que quiere deshacerse de los populistas. A pesar de su éxito pagó el precio, como en su tiempo Ross Perot. El problema con Trump es que de llegar a la presidencia, y posibilidades tiene en un país ignorante, le bastará muy poco tiempo para echar al traste cosas que consideramos buenas en EUA. Veo a diario un cambio muy notorio de actitud hacia nosotros latinos, como no lo he visto en 25 años. Es la retórica del tonto este que hace creer a los más tontos que el advenimiento del Mesías blanco es solo cuestión de horas. Saludos.
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