Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
De casualidad me
enfrasqué anoche en un documental sobre las milicias en los Estados Unidos. Grupos
civiles armados que dicen cuidar y defender la Constitución norteamericana, el
derecho a portar armas, usufructo de tierras fiscales, oposición a regulaciones
ambientales, preservación e idolatría de la raza blanca como fundadora y heredera
única de la humanidad. Votantes de Trump, por supuesto, e incondicionales suyos
a pesar de la obvia traición “a la patria” del hoy presidente. Eso lleva a
analizar a estos individuos como gente confundida, peligrosa por asustada, y
que ostenta armas y camionetas gigantescas como prueba de virilidad y temple.
Cada fusil, cada monstruosa llanta de sus vehículos, juega como extensión de su
pene. Los disparos son eyaculación desesperada; la caricia de los caños,
masturbación. A esta obsesión fálica la han llamado “patria”. Lo dramático es
que se la creen.
Hay cosas en la
Red acerca de la política actual de USA y la personalidad y características de
su líder que no se dicen en prensa. Lógico, si consideramos el puntillismo
necesario que los comunicadores tienen respecto a la veracidad de lo dicho, la
seriedad de sus fuentes. No podrían usar eufemismos y por eso se restringen a
lo que pueden comprobar. Pero las redes sociales han democratizado la opinión,
además de abrir ventanas infinitas al control de la vida social desde distintos
ángulos. Allí hallamos descarada la Sodoma y Gomorra trumpista de la que hablé
en un texto pasado. Leía, también anoche, acerca de Trump Models, empresa del
magnate que se encarga de traer modelos (mujeres) de otros países, incluidas
menores de edad, para el negocio de la moda y modelaje, mientras en la penumbra
se habla de trata de blancas, de prostitución en beneficio de las apetencias
sexuales de una casta de ricos. De fuentes similares viene la Primera Dama de
Estados Unidos, del puterío importado para venerar el falo dorado cuyo pedestal
mayor se encuentra acá. En el business estaría activamente involucrado el mago
Putin por medio de allegados y testaferros, ministros y etcéteras, con la complicidad
de la sílfide tonta, Ivanka Trump, y los dos asnos cazadores que fungen de
hijos del chulo mandril.
La sociedad
norteamericana nunca ha sido niño inocente. Pero aun así trata de proteger sus
instituciones que hoy se encuentran asediadas por el fascismo vicioso de Trump
y la escoria blanca, analfabeta pero fuertemente armada, que desea apropiarse
de todo, aunque luego, sin inmigrantes, no sabrían qué hacer y se hundirían en
su propio fango. La legalidad y la justicia contra el falo, ese obelisco que el
presidente se desvive por construir con violenta retórica y que adora la plebe
vestida de camuflaje. Quien venza decidirá, ya para un futuro inestable por el
advenimiento de China como poder mundial, si los Estados Unidos se degradan a
un tercer mundo o manotean para extender su poderosa supervivencia en el siglo
venidero.
El falo
representa a los autócratas. Chávez, en Venezuela, que no era muy varonil (igual
que Evo Morales), basó su vida de ladrón en la efímera erección de su
-probable- pequeña verga, supuesta tragedia masculina que ha mantenido insomnes
a quienes intentan eternidad mediante ofrecerse al pueblo como machos
preservadores de la especie, monarcas de la tribu, quienes ejercen dominación y
obtienen sumisión femenina (y de patria, nación, como hembras) gracias al
título que detentan. La virilidad indisolublemente ligada al poder: Rafael
LeónidasTrujillo, los caudillos helenos y sus esclavas troyanas en Eurípides,
Trump y su afición a manosear sexos, Morales y el sueño pedófilo de retirase a
sus cuarteles con “una quinceañera”. Y así…
El caño de un
fusil de asalto, el bastón de mando, el micrófono que da órdenes,
representaciones de delirios sexuales de gente insatisfecha, miedosa, insegura,
que solo se siente bien -o mal, depende- cuando a momento de orinar suponen que
tienen la sartén por el mango.
30/10/17
_____
Publicado en EL
DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 31/10/2017
Imagen: Estatuilla
en terracota mochica representa a un ser dotado de un
gran pene por lo que resulta semejante al mítico Kurupí de las creencias avá (Museo de
La Plata, Buenos
Aires). (Wikipedia)
No comments:
Post a Comment