Thursday, October 21, 2010
El año tremendo de la Casa de las Américas
El 18 de diciembre de 2009, cerca de las 12 de la noche, llegaba a su fin con un concertazo el II Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de América Latina y el Caribe, Casa Tomada, que durante cinco días trajo a la Casa de las Américas a alrededor de 25 invitados de varios países de la región, y a todos los interesados en acercarse a las poéticas, los espacios y los obstáculos que inquietan y hacen crecer los diferentes ámbitos de la creación actual en nuestro continente.
La euforia por haber conseguido llegar hasta este punto, en un evento cuya suma de acciones resultó muy positiva, disimulaba el cansancio tras un año tremendo, el 2009, durante el cual la Casa celebró sus cinco décadas. Los días siguientes obligaban al resumen.
El inicio fue temprano, el 16 de enero, con el anuncio en conferencia de prensa de la edición 50 de nuestro emblemático Premio Literario, cuyos jurados evaluarían en esta ocasión novelas, obras de literatura testimonial, libros para niños y jóvenes, literatura brasileña y otorgarían el premio extraordinario sobre Latinos en los EE.UU., con el que se inauguraba un nuevo y oportuno programa de estudios en la institución.
Ese mismo día, en horas de la tarde, quedaba abierta la exposición De la abstracción… al arte cinético, muestra colectiva que reunió piezas de la Colección Arte de Nuestra América, entre las que figuran baluartes de las tendencias óptico-cinéticas que han marcado la creación de vanguardia en la plástica del continente. Comenzaba así el Año Cinético. Moverse, en el cumpleaños 50 de la Casa, era más que una metáfora.
Del 2 al 11 de febrero tuvo lugar el Premio Casa. Alrededor de 500 libros pasaron por las manos de los jurados que, divididos por categorías, emitieron su veredicto el mismo día que en la Galería Latinoamericana quedaba abierta la primera exhibición personal del Año Cinético: Cinética, de la chilena Matilde Pérez, que contó con la presencia de la presidenta del país sudamericano, Michelle Bachelet.
El exilio voluntario, del boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot; Mañana es lejos (memorias verdes de los años rabiosos), del argentino Eduardo Rosenzvaig; La prometida del señor de la montaña o La doncella del Huillallaco, de Yoli Fidanza (Argentina); Réquiem, poemario del brasileño Lêdo Ivo, y Bugalú y otros guisos: ensayos sobre culturas latinas en Estados Unidos, del puertorriqueño Juan Flores, resultaron las obras ganadoras en la edición 50 del Premio.
Como es tradicional desde hace cerca de una década se dieron a conocer también los premios especiales José Lezama Lima (Poesía), José María Arguedas (Narrativa) y Ezequiel Martínez Estrada (Ensayo), otorgados a los libros El alternado paso de los hados, del peruano Carlos Germán Belli; La ceiba de la memoria, del colombiano Roberto Burgos Cantor, y Globalización e identidades nacionales y postnacionales… ¿de qué estamos hablando?, del chileno Grínor Rojo, respectivamente.
El 12 de febrero la Casa participó en la inauguración de la Feria Internacional del Libro Cuba 2009, consagrada, entre otros homenajes, a la celebración de los 50 años de la institución fundada por Haydée Santamaría. Más de 30 títulos de diversos géneros de la literatura chilena contemporánea (al país sudamericano estaba dedicada la cita) fueron “el plato fuerte” de las presentaciones de la Casa, cuyo stand mereció uno de los premios de diseño que tradicionalmente se otorgan en esta reunión anual.
En ese contexto, La Ventana, el portal informativo de la Casa de las Américas y La Jiribilla organizaron con éxito el Taller “Desafíos de la contrainformación en los medios digitales”, que contó con la participación de importantes comunicadores de medios alternativos y otros intelectuales del ámbito cubano e iberoamericano.
También supimos de la elección del poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa, como Premio ALBA de las Letras en su edición de 2008. Compartía honores con el boliviano Jorge Sanjinés, ganador del reconocimiento en Artes.
Apenas concluía el ajetreo en el Complejo Histórico Militar Morro-Cabaña, cuando a finales de febrero se abrían las sesiones en la sede de 3ra y G, en El Vedado habanero, del Coloquio Internacional “Ciudad y mujeres en la cultura y la historia latinoamericanas y caribeñas”, y exactamente un mes después tuvieron lugar los encuentros y presentaciones correspondientes al Coloquio Iberoamericano “Del papiro a la biblioteca virtual”.
A inicios del mes de marzo tuvo lugar la visita a la Casa del presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, quien en animada charla con Fernández Retamar evocó los lazos culturales y vínculos intelectuales de Juan Bosch y Pedro Mir con Cuba.
Por esos días se inauguró la segunda de las muestras personales del Año Cinético: León Ferrari, agitador de formas, consagrada al artista argentino, representado en La Habana por su nieta Maitén Zamorano, quien aceptó en su nombre la Medalla Haydée Santamaría, que entrega la Casa de las Américas. También la recibieron este año los maestros Antonio Martorell, de Puerto Rico, y Carlos Colombino, de Paraguay.
En abril, el Premio de Composición reunió a un jurado de prestigiosos creadores del continente, quienes evaluaron 22 obras para cuartetos de cuerda procedentes de nueve países de la América Latina y el Caribe. Resultó ganador el joven colombiano Fabián Harbeith Roa Dueñez, con Bestiario.
La revista Casa de las Américas dedicó sendas ediciones al aniversario 50 de la Revolución (no. 254) y a la celebración de las cinco décadas de la entidad cultural (no. 255), número este que contó con una amplia sección de Letras que reunió a importantes autores de nuestro continente.
Un excelente colofón para esta primera etapa de homenajes y celebraciones tuvo lugar el 28 de abril, en la sala Che Guevara, al arribar a la fecha de fundación de la Casa con un acto en el que participó, junto con otros dirigentes y personalidades de la sociedad y la cultura nacionales, el presidente Raúl Castro Ruz. En ese contexto se le confirió a Roberto Fernández Retamar la Orden José Martí, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba.
El mes de mayo (del 18 al 28) deparaba uno de los eventos tradicionales de la Casa: el Premio La Joven Estampa, que se convoca cada dos años. El galardón fue para el muy novel Milton Raggi (La Habana, 1991), con su serigrafía sobre acetato Abrir y cerrar los ojos (2009). En el lobby de la Casa pudieron verse trabajos de Juvenal Ravelo y Rogelio Polesello, ambos jurados del concurso, como parte de los homenajes del Año Cinético.
Además, en esos días tuvo lugar uno de los más hermosos momentos del 2009: el concierto Con las mismas manos, que reunió la poesía de Roberto Fernández Retamar con las canciones de Silvio Rodríguez, en un diálogo orgánico y muy recordable.
Sin embargo, junto con el trabajo y las celebraciones, el año trajo algunas noticias tristes. La primera de ellas, a inicios de 2009, fue la muerte de Arquímides Nuviola, fundador de la Casa, gran cuidador de los libros y los amigos de la institución. Luego fue la angustia por la enfermedad y el posterior fallecimiento de Mario Benedetti, quien fundara en 1967 el Centro de Investigaciones Literarias. El 19 de mayo se le despedía desde la sala Che Guevara, mientras tenían lugar sus exequias en Montevideo. A estos dos entrañables miembros del equipo de la Casa les decía un sencillo y doloroso adiós.
Y seguimos moviéndonos
Desde el segundo trimestre del año, especialistas de la Biblioteca, del Fondo Editorial y de otras áreas de la Casa recorrían el país con sus propuestas para Leer América, programa iniciado en 2006 con la finalidad de promover la obra de los autores de nuestra región en lugares donde su difusión quizá no es muy sistemática. De esta manera, la Casa llegaba a la mitad de un año intenso y sus trabajadores preparaban todas las energías para el colofón, que prometía más y bueno desde diversas áreas de la creación.
Tocaría a la plástica volver a “mover las paredes” de la Galería Latinoamericana en el mes de septiembre, cuando quedó inaugurada la exposición Luis Tomasello: la sustancialidad intrínseca de la luz, que contó con la presencia en nuestros predios del maestro argentino.
El 20 de octubre se daban a conocer los resultados del Premio Casa de las Américas-Clacso “Cuba, a cincuenta años de la Revolución: balance, desafíos y perspectivas”, en el que resultaron ganadores los trabajos presentados por Julio César Guanche, Kirenia Rodríguez y Félix Julio Alfonso (ensayo) y María Cienfuegos, Alejandro González y Lázaro Eduardo Herrera Bermúdez (fotografía).
La recta final del año, del 15 al 20 de noviembre, se inició con el Encuentro Internacional de Revistas Caribeñas, organizado por el Centro de Estudios del Caribe, que celebró durante el 2009 sus tres décadas de existencia.
La Semana de Autor, del 24 al 27, acogió al colombiano William Ospina, ganador del premio de Novela Rómulo Gallegos en este año por su obra El país de la canela. El ensayista, poeta y narrador fue generoso con un público ávido por conocer más acerca de sus poéticas, y regaló disertaciones sobre la creación literaria, la lengua española y otros asuntos durante las jornadas del evento.
En medio de una Habana frenética de tanto cine, la plástica convidaba otra vez, con la apertura en la Galería Latinoamericana de la singular muestra Le Parc-Lumière, del argentino Julio Le Parc, última de las exposiciones personales del Año Cinético.
Entretanto, el comité organizador de Casa Tomada, que había venido soñando el evento que cerraría el año en la Casa de las Américas, intensificó sus labores. Se ataban los últimos cabos, ya estaban listos los sprays, la Sala de lectura era un enorme mural y los más modernos recursos bibliográficos estaban al alcance de quienes se animaran a ocuparla.
Esto no ha terminado, decían los especialistas jóvenes de la institución (con el insoslayable apoyo de todos los que pasaron por encima de las “fronteras de edad”), conscientes de una tradición de creación y esfuerzo colectivo que ha definido 50 años de la Casa.
El 14 de diciembre, a las 10 de la mañana, cuando la Mambo Jazz del Conservatorio Amadeo Roldán hizo que el joven maestro Alexander Abreu se sumara a la “descarga”, y un grupo de diseñadores encabezados por Nelson Ponce comenzó a intervenir una de las paredes interiores de la institución, ya se había conseguido el propósito: Casa tomada por los jóvenes.
Después vinieron los paneles, los intercambios en pequeños grupos de artistas-creadores-pensadores, el taller de teatro, las disertaciones sobre música, artes plásticas, artes escénicas… hasta desembocar en ese viernes 18 que se estuvo construyendo animadamente durante cuatro días.
Muy diversos fueron los homenajes recibidos por la Casa dentro y fuera de Cuba durante este año. El Instituto Cubano del Libro, la Universidad de La Habana, el Programa de Estudios Martianos, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Oficina del Historiador de la Ciudad, entidades del Sistema de Naciones Unidas, entre otras instituciones de la cultura y la sociedad cubana, se hicieron eco de la celebración.
En Ecuador, México, Venezuela, Brasil, Perú, Chile, Argentina, Grecia… y muchos otros sitios, no dejaron pasar la ocasión para saludar el esfuerzo de esta institución que mira a la América Latina, el Caribe y el mundo de nuestras letras y nuestro arte, en general, dondequiera que se encuentre.
La celebración ha sido trabajando. Algo cansados, pero contentos; así se llega al final de este año inmenso. Nuevas energías y sueños abrirán el ya muy próximo 2010, siempre mejor, que nos espera.
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La Jiribilla. Revista Cubana de Cultura, 2 al 8 de enero 2010
Imagen 1: Haydée Santamaría
Imagen 2: Detalle del Arbol de la Vida, en el Salón Ché Guevara de la Casa de las Américas (artista: José Alfonso Soteno)
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