Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Colin Powell,
hijo de inmigrantes jamaiquinos y Secretario de Estado por razones que deben
incluir a un hombre de color en la cúpula gobernante, está en Siria. Ahora que
un nuevo orden se ha impuesto por la sangre en el Oriente Medio, los tentáculos
del vencedor quieren extenderse por todos los rincones que sean o puedan ser un
riesgo para Israel. Las armas imponen condiciones y lo más posible es que
gobiernos como el sirio y el del Líbano cedan a su presión.
Resulta ahora que el nuevo imperio, alimentado por los seguidores de Leo Strauss, pensador sionista de Chicago, se han convertido en los defensores de Occidente en la antigua y futura guerra entre ambos extremos del planeta -mientras China sonríe impasible ante la debacle de sus contrarios.
Adolf Hitler consideraría jocoso que gente a la que él catalogaba de asiática presumiese de ser el portaestandarte de valores por los que el propio nazismo alegaba pelear: la defensa de la cultura occidental.
Los inteligentes judíos norteamericanos que manejan este país utilizan a los serios y temerosos conservadores protestantes para sus fines. En menos de cincuenta años pasaron de ser ciudadanos de clase inferior a fabricantes de marionetas. En un análisis de la verborrea hitleriana de Mein Kampf, agresivo relato producto del temor, se presume que los judíos se adueñarían de Alemania de la forma en que lo han hecho en los Estados Unidos. Eso no valida las consecuencias de aquel razonamiento, pero tampoco justifica la excesiva apropiación del bien general por unos y no por todos.
Parece difícil creer que los intereses de Israel prevalezcan sobre los del mundo árabe. El resultado a no muy largo plazo de la aventura norteamericana en Irak será haber cambiado un gobierno no religioso -aunque tiránico- por una dinastía clerical con mucho más peligrosa, al estilo de Irán. Hasta Turquía, purgada de las taras sacerdotales por Kemal Ataturk, recaerá en su búsqueda del Islam y de la reunión de la iglesia con el estado.
Los supuestos logros alcanzados en el último conflicto se irán revirtiendo para mal. Casos similares pueden ser los de Siria, Líbano, y Arabia Saudita también, para reemplazar la farsa creyente de hoy por una ortodoxia real. ¿Qué es Hamas sino una creación de Israel para eclipsar a Arafat? Lo que se hizo en pequeña escala se magnifica, y Yasser Arafat no es tanto de temer como los fundamentalistas de Gaza. Igual con Bin Laden. Historia repetitiva de gente que cava su propia tumba.
04/05/03
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 05/2003
Publicado en Opinión (Cochabamba), 05/2003
Imagen: Pieter Brueghel el Viejo/Hope from the World of Seven Virtues, circa 1560
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