Tuesday, April 23, 2013

Boston/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El atentado de los hermanos Tsarnaev, en Boston, ha despertado por un lado la indignación del mundo; por el otro se ha podido ver el increíble despliegue del poder, del Gran Hermano de Orwell, con incontables ojos y recursos. Situación complicada, controvertida: la confianza de saberse protegido, defendido, vengado en este caso por el Estado, y la hasta vergüenza de semejante movilización para aplastar a un individuo (esto último fuera del contexto moral del acto cometido).

Difícil transitar por una línea no marcada. Hasta dónde puede el ciudadano, local o de donde fuere, atacar a quien cree que vulnera sus derechos, los de su gente, su raza y más. Eso es lo que se discute, sobre todo en una sociedad democrática, como lo es la norteamericana al interior, e imperialista y oportunista hacia afuera.

Ya ejercido el obsceno desarrollo de la autoridad -también cabe preguntar de qué otra manera se podría hacer si no así- llega el tiempo del castigo. Felizmente para Dzhokhar Tsarnaev, el menor de los hermanos, su ataque y detención sucedieron aquí. No habrá perdón, y no debiera, pero al menos tendrá de su lado abogados de derechos humanos y civiles que bregarán por impedir el maltrato, la tortura que prohíbe la constitución pero que se practica en el exterior, muchas veces utilizando a dóciles terceros. No significa que el victimario se transformó en víctima, pero conviene a todos, y a cada uno de manera personal, que por encima del poder institucional estén los derechos del individuo. Renunciar a ello es renunciar a vivir en paz y libertad.

Ya San Agustín daba a su manera carta blanca para acabar con los tiranos. Literalmente lo comprendo como la venia para hacer volar, etcéteras, a quien se aprovecha de su posición, olvidándose que el gobierno es un empleo que el pueblo provee de manera temporal, para adquirir omnipotencia, caudales, eternidades. A nombre de nada y de nadie pueden persona o grupo pensar y actuar por los demás. Ahí asiste el derecho de remover a cualquiera, por cualquier medio, de su sitial. Pero está el hecho de que el individuo quizá solo sea la cabeza de la hidra, y atacar a la hidra guarda visos de imposibilidad.

Se especula acerca de la posible relación de los dos chechenos de Boston con Vilayat Dagestan Muyahidin, la organización armada que combate en el Cáucaso norte contra la Rusia imperial. Convendría a los Estados Unidos hallar estos rastros, y más al dictatorial Putin, ávido de pretextos para ejercitar su insana violencia, el estupro que caracterizó a las repugnantes guerras chechenas. Denunciar los crímenes del conflicto llevó al asesinato de una gran periodista rusa hace unos años y al affaire Litvinenko, entre otros.

Simpaticé con Chechenia, Dagestán, etc. en su resistencia a la ocupación ruso-soviética-rusa. Esas guerras son tan antiguas que ya Lev Tolstoi las relataba. El espíritu religioso las alteró, convirtiéndolas en conflictos dogmáticos de acuerdo a las instructivas de fundamentalistas tipo Khomeini. Los muyahedines chechenos pelearon en Bosnia; lo hacen todavía en Afganistán. Feroces guerreros de faz occidental, igual que los bosnios, fuera del estereotipo asiático, árabe, que se relaciona con el terror.

¿Por qué atacar a EUA? Un comunicado del Vilayat afirma que no existen motivos para hacerlo. Ellos luchan contra Rusia. Encontrar relaciones de los Tsarnaev con el Emirato del Cáucaso, bajo el mando del “señor de la guerra” Doku Umarov sería muy conveniente para Putin. Le daría el pretexto necesario -internacional- de renovar su campaña terrorista. Porque más terrorista suele ser el Estado que los individuos, y eso incluye, lo digo con pesar, a este país en el contexto global.

La premisa cobarde de dañar a un enemigo produciéndole bajas en la población civil, quita, si la hubiera, razón a cualquier causa. Atentar contra cabezas de gobierno, instituciones represivas, ejército, es diferente, y mucho se puede hablar.
22/04/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 23/04/2013

Foto: Atentado en la Maratón de Boston

6 comments:

  1. Doloroso acontecimiento. Acusan los medios militancia islamista d los causantes. D ser así, inquieta aún más saber q millones d éstos fanáticos se van tomando el mundo a velocidad espantosa. Diseminan su imbecilidad y procuran muertes "heroicas" asesinando a gente inocente en alegres e incesantes violaciones a los DDHH colectivos. Hay rencor, fobia y estigmatización a todo seguidor d Alá. Y con justa razón. Toda forma d terrorismo es detestable(la estatal incluida); una afrenta a los DDHH. Yo creo en una necesaria reformulación global de las sentencias a criminales. Lex talionis, aplicaría yo sin dudarlo si algún maldito imbécil lastima a mi entorno más preciado. Salvajismo? No creo. Mero intento d equilibrio; lo justo. Legítima defensa. La vida no es un cuento d hadas, a ningún nivel biológico. Es una salvaje batalla d sobrevivencia. Pero, si en una "sociedad" -d seres "inteligentes"- pactada existen algunos inmundos q no respetan las normas y sobre todo los derechos ajenos, racionalmente convenidos para vivir en ella, por qué esas mismas normas debieran ser indulgentes con esos bastardos? Hay mucho para discutir y cambiar en muchos aspectos. Un crimen y su castigo no debiera tener matices leguleyescos ni d DDHH, para el q lo comete. Saludos, estimado Claudio.

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  2. En primera instancia pienso igual, Achille. Y ni imaginar si me tocaran el entorno personal. Allí despertarían a la Bestia. Y supongo que es así con los directamente afectados. El problema, y es lo mismo con la pena de muerte, que cuando se la hace ley meas pronto que tarde, en este inmundo planeta en que vivimos, ha de ser utilizada para saldar cuentas de tipo personal, político, etc. El terrorismo de estado. ¿Cuál el justo medio? La guillotina es el mejor ejemplo, que consumió a sus inventores con la misma rapidez que a sus rivales. Una sentencia por algo puede ser mal interpretada para otra y utilizarse en perjuicio de quien no deben. Por eso, y a pesar de muchísimos peros formales y viscerales que me impulsan a defender el más duro e inmediato castigo creo que tiene que existir un juicio, al menos una posibilidad de defensa. Pero uno serio, no una pantomima. Ahora, no miemto, no pensaría igual, creo, si me tocasen a quienes quiero. hay que hablarlo. Saludos, Achille.

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  3. Un juicio serio, es el sueño q todos quisiéramos ver, Claudio. Pero es como creer en el Paraiso católico, pura utopía para cándidos corderitos. La triste guillotina francesa nos enseña a no creer ni confiar la -ni esperar- justicia de/en esos auto proclamados "iluminados" o Qh'ananchiris maricas. "Quien quiera paz, q se prepare para la guerra", reza el sabio aforismo, y nada más ecuánime. "Por ahora, a cada golpe, se les devuelve dos..", me enseñó un muy corajudo Coq en fer, y aplica totalmente ante éstas actuales infamias. Abrazos, Claudio.

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  4. Bueno, ese coq en fer no ha cambiado. Quizá debamos referirnos a las regiones, que no todas son lo mismo en cuanto a sus judicaturas. Si una cosa aorendí en los Estados Unidos, que tiene grandes falencias a no dudar, es que cualquiera tiene derecho a defenderse y sentirse protegido por la ley. Los tiempos de Sacco & Vanzetti pasaron. Es una sociedad que se ha desarrollado con dolor y sangre, que ha ofrendado inmensos nombres en esa piedra de sacrificio. ¿En Bolivia? Golpe por golpe, porque no queda otra. Y a golpe duro, durísimo de vuelta, estoy de acuerdo. Lo contrario sería lo de los corderitos. Que muy corderos no somos, Achille, ni tú ni yo. Más bien los comemos en brazuelo. Abrazos.

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  5. Howard Zinn narra en su Historia de Estados Unidos que la práctica de asesinar a la población civil antes que a los combatientes la diseminaron los ingleses. De esa forma infundían un terror expansivo.
    El caso de Boston está plagado de teorías, desde los amantes de las conspiraciones que se han dado un festín, hasta la versión del gobierno de Estados Unidos que creen muy pocos, porque cargan con un abultado cuento del lobo encima.

    Los que no estamos de un lado ni del otro, sino intentando captarlo todo, vemos pasar de lado y lado esta artillería distractora.

    Abrazos, estimados amigos

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  6. Nada más cierto. Sabems que en la oscuridad, donde realmente funcionan los gobiernos, se teje todo. y todo, o casi todo, sombrío.

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