Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Norteamérica está cambiando. Hábiles comerciantes de Asia arriban cada día. Los europeos del este sueñan con América, las hamburguesas y el presidente. Los latinos van por dinero. Difícilmente se adaptan. Pero la mayoría se queda. Todos mantienen sus tradiciones, se hacen ghetto. El país ya no los absorbe, no los vuelve "americanos". Cada uno forma un círculo cerrado, sin contacto con los demás. Los sudvietnamitas mantienen su pequeño tráfico de narcóticos; los hispanos festejan a sus vírgenes, se arrodillan y oran a los yesos coloreados.
Cuando en julio de 1989 vi bailar a la diablada de Oruro en la avenida Constitución, la principal de Washington, supe que la Norteamérica tradicional perecía. Los pueblos nuevos la invaden, pujantes, egoístas, independientes, viciosos y virtuosos.
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Publicado en
Opinión (Cochabamba), 11/03/1992
Imagen: Sello postal japonés conmemorando el centenario de los japoneses en Bolivia
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