Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Me comentó Aly,
mi hija menor, que necesitaba datos sobre el deshielo de los glaciares
bolivianos para un trabajo universitario, acerca de lo que se dice de Evo
Morales y el medioambiente en la Red, en otras lenguas fuera del español.
Extrañada, porque sabe de mi nula afición por el personaje, contaba que en muy
raras ocasiones ha encontrado que se diga del presidente “indígena” algo que no
lo muestre como adalid de las luchas ambientalistas. La Gran Mentira.
Hay un trabajo
incansable, tal vez no brillante pero persistente -dado que los que
supuestamente lo realizan carecen de las luces que los convirtiesen en
estrellas rutilantes, a decir, el canciller amante de la papalisa y el bastante
incoherente vice-, que resalta la imagen de Morales afuera, en un universo de
intereses mayores y serios conflictos, donde poco importa lo que suceda en un
pequeño país de nativos de tez marrón. A qué mentir, para embaucadores bastan y
sobran los de arriba. Mientras en Bolivia todo parezca normal, no hay que
preocuparse. Además el capitalista indio tiene a las multinacionales y a los
grandes financistas contentos. Enmascarado que les hace el trabajo de
maravilla, navegando con soltura entre las concesiones y la ilegalidad, que
produce buen dinero. No tiene la osadía de Pablo Escobar, que en su delirio se
creyó capaz de enfrentarse a todos. No, claro que no, este que se ufana de
opulencia y absolutismo es otro triste lacayo de una ya muy larga historia. Le
sobra soberbia y le faltan huevos.
Ya le crearon un
cómic, que viene a ser la literatura del pueblo, o la mejor manera de interesar
a la infancia en la lectura. Toda vida es aleccionadora y no dudo, viendo los
resultados, que también existirá un ápice aleccionador en la suya. Lo que
preocupa es la jugarreta estalinista, cristiana en su origen, de inventar un
fundador, que en su tiempo fue Dios (cuyo prestigio cayó por los suelos),
acorde con las circunstancias y la idiosincrasia del tumulto. Creo saber, luego
de demasiadas lecturas acerca del zar rojo, que en esencia lo que le importaba
a Josif Yugachvili era el poder en sí. Aparte de algunos vinos, comida, poesía
y música georgiana, parecía un hombre modesto. Su dacha, escondida entre los
palacetes del Kremlin, no impresionaba ni desconcertaba por lujo. Al contrario.
Stalin recitaba
de memoria al gran poeta georgiano Shota Rustaveli, y en alguna ocasión sacó de
la cárcel, tortura y segura muerte a un profesor de la materia, quien a pesar
de las uñas arrancadas supo enfrascarse en apasionada discusión literaria con
el dictador. No es el caso boliviano, donde Rustaveli u Homero Carvalho no son
motivo de discusión entre jerarcas. Bolivia es un país comerciante, de
comerciantes, donde todo se compra y se vende; pueblo quizá más hábil que
judíos, armenios y azeris, sobre todo el aymara, en trueque que no da espacio a
distracciones, ya que hay que sobrevivir. Pues bien, de allí salen presidente y
vicepresidente, indígena y no indígena, que con patrañas indigenistas uno y
marxistas el otro se han puesto a lucrar. La vida como negocio, cabe acotar que
no les va mal, entre caterings, narcóticos, bienes raíces, aviones, quintas de
recreo, contrabando, explotación ilegal de oro, avasallamiento de parques y
tierras de origen, tala de bosques, envenenamiento de aguas, satélites,
teleféricos y etcéteras. Negoción, suerte sin blanca.
Pero se sigue
escuchándolos, invitándolos a conferencias magistrales en universidades, cuando
mejor estarían en ferias populares, dando instrucciones de cómo aprovechar el
mercado. Eso por decirlo suave, porque otras cosas se podrían destapar, con
efluvios de cloaca. Caseritos, no políticos. Capangas, no caudillos.
11/05/14
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Publicado en El
Día (santa Cruz de la Sierra), 13/05/2014
Imagen: Alfred Kubin
Esto de la revolución verde y demás cuestiones ambientalistas, al que se prestan ingenuamente o tal vez no, diversos organismos como la ONU -que nombró “Héroe mundial de la Madre Tierra” al cacique para inflar su ego y tenerlo más o menos contento - no es más que una gran farsa, un cortina de humo millonaria, un envoltorio dorado para distraer la atención, para encubrir lo que todos sabemos en Bolivia (y que en Europa y otros lados no se dan por enterados): el gran negocio que supone el auge de las actividades ilegales: narcotráfico, contrabando, extorsión, minería cooperativista, etc. Y hablando de “jugarreta estalinista”, coincidentemente don Filemón Escobar no se cansa de decir en sus escasas apariciones en la tevé, que estamos viviendo un proceso de estalinización preocupante y que la gente no se da cuenta. Nada extraño, si consideramos que la sociedad está adormecida, subyugada y bien contenta con el circo masista: satélite, Dakar, conciertos, cortos animados y ahora lo último: “las aventuras de Evito”, otro intento peligroso para adoctrinar a los niños, similar al caso venezolano. Saludos.
ReplyDeletePreocupante, José, porque incluso sabiéndol lo aceptan. La desidia del esclavo, conforme con bagatelas y cuentas de vidrio. "Estamos mejor que antes", afirman, sin darse cuenta que la idiocia del pasado, comparada con esto, no es sino juego de niños. Saludos.
DeleteLe Monde Diplomatique ha publicado varios articulos sobre Pachamama y Evo Morales en frances, aleman y otros idiomas; todos en admiración del presidente "indio" ( no comparto por nada estas alabanzas). En la edición de du 11.2.2011 Renaud Lambert escribe sobre la evolución de la Pachamama como deidad de los ecologistas, pero tambien menciona que la etnóloga Antoinette Molinié hace notar que la palabra "pacha" no es sinónimo de la tierra ni "mama" significa madre. Pachamama es a mi aviso un invento de la iglesia, ya que muchos aymaras no la conocían. Ellos ch'allan al "uraqe", la tierra cultivable....
ReplyDeleteMas realista es un analisis de Yann Kindo
http://blogs.mediapart.fr/blog/yann-kindo/110211/misere-du-pachamamisme
Gracias por el aporte y el enlace. El asunto siempre se ha manejado a un nivel muy superficial, parte del espíritu colonialista de desinteresarse por las particularidades de cada etnia, su pensamiento, su historia, su entorno.
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