Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Plato donde desayunamos todos. En Castellón de la Plana es la anarquía. Sentados, nos miramos los rostros, descubriendo los ocultos. Los amo y me aman en la casa de la revolución.
Arroz, especias, mariscos, conejo. Un solo plato en medio, amarillo, sol de hombres. Cada uno toma para sí lo que desea. Van comiéndose el sol, el azafrán que hace dorar el arroz. Por la noche encortinada se presume la luz de fin de verano. La paella es también un reloj. En su tiempo nacen palabras. Y jamás despierta, no tiene alarma; sentarse alrededor de ella es siempre amanecer.
En mí están los rostros de los comensales. Sus nombres se han olvidado en mi confuso archivo. Pero retengo las sonrisas, las manos y dientes. Mantengo humeante esa comida sin distancia.
Quiero otra vez los mediodías de Castellón. Habremos de tener paella y hablar de cuatro años que han crecido en nosotros.
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Publicado en
VIRGINIANOS (Los Amigos del Libro, Cochabamba, 1991)
Publicado en Opinión (Cochabamba), 12/07/1990
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