Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Solía franquear mis cartas con estampillas de a veinte centavos con el rostro de Jack London. Al terminarse la emisión, las envié con Hemingway.
London representa al literato norteamericano, fiero y batallador; hombres salidos de la vida, que al impulso de ella se hacen autores. Cuando Gorki mandó a I.E. Babel, que ya escribía bien, "por la vida", sabía lo que hacía. Trashumar por la dureza de existir da, si talento hay, la riqueza que crea los grandes libros. Afectarse en los salones e imitar malamente a Borges no sirve; y es común.
Solo cinco dólares trajo del oro de Alaska. En ellos: minas y barcos, mujeres de burdel y amigos muertos.
Lo recordábamos en Washington D.C. Traffic cantaba "John Barleycorn Must Die". Este personaje (Barleycorn) es también suyo, el principal de las "Memorias de un alcoholista". Imagino a Jack London en su cuarto de madera. Una ventana; memorias del Yukon. Una botella de whisky, soledad y mil palabras escritas a diario.
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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 01/04/1992
Imagen: Memorias de un alcoholista (Siglo Veinte Editores, Argentina)
Wednesday, July 2, 2014
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