Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Los peshmerga,
kurdos iraquíes, bombardean posiciones de ISIS en Kobani. Nuevas armas,
material bélico pesado, que si bien tal vez no cambien sustancialmente esta
guerra de posiciones, al menos emparejan el poder de fuego.
La conjura turca
para permitir la destrucción de su enemigo kurdo utilizando a terceros, tuvo
que ceder a la presión internacional y permitir el paso de escasos refuerzos
para los sitiados. Su apuesta por un genocidio que le sería favorable en
términos concretos no podrá ser; el hecho de que la ciudad fronteriza se haya
convertido en el bastión simbólico de la humanidad en contra de la barbarie, lo
ha impedido. Batalla que hoy difumina diferencias que existen. Las posterga, de
seguro, pero urge el pragmatismo de eliminar un rival con las peores
características del Islam. Mejores los guerrilleros kurdos, con herencia
ideológica occidental, que las sombras siniestras del medioevo que han venido
despertándose por décadas en la zona y que se materializaron en este espurio
ejército de iluminados. Para ellos, de inmediato, el camino del paraíso. Hay
que concederles el favor.
La región siempre
fue de víctimas y victimarios, pasándose el papel unos a otros según la
coyuntura histórica: asirios, armenios, turcomanos, kurdos... Shklovski decía
que venían matándose por siglos. Menciona él la cacería kurda de armenios a
favor de turcos para sumarlos al genocidio de principios del siglo XX. Nadie
habla de ello hoy, pero ese y muchísimos otros conforman un pesado estigma. De
todas maneras, a pesar de que quizá no existe allí grupo humano que no tenga
tiniebla en su pasado, este nuevo fenómeno fundamentalista no deja espacio para
dudas. O el mundo se juega allí, o se abrirá un intervalo aún más oscuro que el
de los ayatolas de Irán, a quienes la impericia occidental e intereses
comerciales permitieron reinar en aparente eternidad.
La ejecución de
una mujer en Persia, ahorcada por haber matado a su violador, es explícita en
cuanto al fundamentalismo musulmán. Horrorosos videos de ISIS muestran a sus
milicianos degollando mujeres kurdas en Kobani, luego de inenarrables suplicios
que permite Alá a los hombres. Esa una faceta de la realidad; la otra,
valientes mujeres kurdas formadas en Unidades de Defensa del Pueblo, dispuestas
a morir y mostrando a los discípulos del barbado pedófilo que inició esto, que
esa condición de la hembra como ser inferior y servil que pregonan no va con
ellas. Para responder tienen balas, que ojalá carguen cada una con todos los
divinos del planeta.
Barack Obama ha
mantenido una posición cobarde e intrascendente. Se ha aferrado a un discurso
válido en teoría, pero que no significaba su absolución como potencia. Las
medias tintas de su administración enviaron el problema sirio hacia el abismo.
No se puede apostar por dios y por el diablo, o no apostar por nada. Hay países
que carecen de ese lujo, simplemente.
En Corea del
Norte se sigue cometiendo canibalismo por el hambre. Y venta de esclavas
sexuales a sus vecinos chinos, para comer. A veces la prostitución es la única
manera en que los habitantes de un país pueden sobrevivir. Lo sabemos aquí
cerca. Este y demás desastres son el resultado del totalitarismo. América
Latina con presidentes eternos se desviará hacia allí. Pueblos gobernados por
el Gran Semental, que por estos lares es también el de los Grandes Maricas. No
hay que permitirlo.
Por eso Kobani se
ha hecho símbolo, fuera de las aspiraciones kurdas de independencia y etcéteras
de suma importancia. Occidente debe jugarse allí. Y aunque a pesar de que el
exceso de sangre no soluciona mucho o soluciona nada, sirve sin embargo. Con
ISIS hay que retomar al mariscal Zhukov antes de invadir Alemania y decir que
ante los profetas malditos se debe cerrar el corazón a la piedad.
03/11/14
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 04/11/2014
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