Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Capitanich, jefe
de gabinete, dice que en Argentina hay libertad de prensa y de todo… el paraíso
social, donde la familia reinante se queda con la parte del león y al resto le
tiran migajas.
Hoy, volviendo
del trabajo nocturno, me dije que no iba a perder mi tiempo escribiendo sobre populistas,
robolucionarios, rojo-rojitos, incas, extraterrestres, milenarios aymaras.
Mientras manejaba, repasaba en la cabeza temas de los más diversos, no
necesariamente alegres, pero…
Ahí está el
fiscal Nisman muerto. La “nueva Evita”, que en mi opinión es un insulto, no se
animó a decir en vivo las sandeces que redactó al respecto. Y a Dios gracias,
porque es insufrible con ese tono de novelón que tiene y sus lágrimas de puta
falsamente triste.
A Nisman lo
mataron, ellos. Con los iranios, con una élite de ayatolas y milicos, con el
invitado especial de Evo Morales hace un par de años, como para aclarar en qué
lado del panorama se ubican, en el de la ultraderecha recalcitrante y
delincuente; nada más ajeno a la izquierda como fue concebida en la historia que
ellos.
Lástima, ya me
solté. Un escribidor paceño, con alas de cronista deportivo y de poeta, alguna
vez puso en las redes sociales que Claudio F-C escribe “vómitos”. Cómo no, por
supuesto, les vomito encima porque no puedo revolcarlos a tiros. Tan simple
como eso.
Por higiene
mental me negué a observar el circo de Tiwanaku. Morales emulando burdo la ya
parodia de Bokassa y de Kadafi. Se interpreta lo que digo de manera literal.
Por ejemplo, cuando en una columna anterior comentaba que los aymaras nunca
llegarían a la luna, implicaba que en circunstancias como estas, jamás. Cetros
de oro y sahumerios fraudulentos no se asocian al pensamiento científico. El
fundamentalismo es el enemigo a destruir porque impide el avance de nuestra
voluntad como humanos. Los pueblos originarios no necesitan que se reanimen las
lacras que los humillaron por siglos. La mejor profilaxis para el colectivo es
deshacerse, por cualquier medio, de los tiranos. No hay que olvidar el pasado
ni desvalorar el origen, pero tampoco estancarse en ello a riesgo de hundirse
en la dinámica del momento.
Hay cháchara
multitudinaria acerca de las dotes intelectuales de García, el segundo. Pero
ver la toma de juramento en la posesión del semidiós, desmiente una mínima
capacidad intelectual. El sujeto se desenvolvió como pez en el agua en un texto
inmundo que seguro su brillante mente produjo. Melodrama y cursilerías acordes
con la época. A poco hemos llegado los bolivianos si este individuo representa
lo selecto. Beodos de postín.
Volviendo a la
Argentina, que está en la misma cuerda floja que el tonto de Venezuela, da
vergüenza ver cómo representantes del gobierno tratan de desmerecer,
empequeñecer, humillar a un hombre que ya no puede defenderse. Eso es poco si
consideramos la alta tendencia delictiva del kirchnerismo, o de la patota llamada
La Cámpora, donde priman nabos y zanahorias, amén de desempeñar al mismo tiempo
avidez de tremendos rateros. La culpa es nuestra porque a partir de la
revolución cubana inventamos un mito, algo que no era, menos ahora, verdad, de
la mano de la perorata incansable de un cobarde como Fidel Castro, otro de los
contrarrevolucionarios que usaron a favor suyo la tragedia popular.
Capitanich,
Timerman, Kiciloff, Fernández, pueden decir lo que quieran. Con lo de Nisman se
les fue la mano. Impunes hasta ahora, creyeron que amedrentarían y resultó lo
opuesto. Hay que sacar esmeriles para afilar las guillotinas, que la hora de
Charlot, el verdugo de la revolución francesa, no Chaplin, ha retornado.
26/01/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 27/01/2015
Ilustración: Hermenegildo Sabat
Muy bueno, justo en el clavo. Todos estos cuatrerillos han sido acólitos (lo son) del cuatrero mayor de los Castro. Llegará algún día cuando ya todo reviente de una vez y se sepa la lacra que han sido todos, los verdaderos y mayores reaccionarios de todos los tiempos. Gracias, amigo, un abrazo
ReplyDeletePareciera que llega el tiempo del pago, Manuel. Que así sea, y duro. Abrazos.
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