Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No me refiero a
aquel libro clásico del pensamiento ácrata (Kropotkin), sino a una mirada
triste y asqueada a lo que sucede en Venezuela. Podría, ya que se acerca la
fecha “histórica”, hablar del tercer mandato de Morales en Bolivia, pero no
vale la pena; este fantoche carece de cualidad especial que lo distinga de
otros tiranos. Dejemos que los precios de las materias primas lo acaben,
aunque, no sé, tal vez incentive el crecimiento de la materia prima que lo
caracteriza y lo alimenta… sabemos cual.
Correa y Maduro (García
Linera en Nueva York) anduvieron de mendigos por China y alrededores. En
primera instancia, el negocio. Usufructuar hasta el límite las posibilidades de
sacar provecho de las arcas públicas, luego limosnear. Menear a sus cónyuges,
revolucionarias según, en ámbitos de aristocracia monetaria. Circo en pleno, o
burdel. Mientras tanto en casa, exceptuando las dirigencias de los mal llamados
movimientos sociales (asociaciones de bandidos), pobreza. Hambre no en Bolivia
donde no podríamos calificar a su pueblo de frugal, porque come y defeca como
el mayor en el mundo, sin complejos ni vergüenzas. Lo cierto es que la cháchara
del cambio no funciona en ningún lado, tal vez algo en Uruguay donde trajina la
presidencia un individuo al que llaman el Pepe (Mujica), que, revisando
archivos, y a pesar de que portaba una subametralladora en el momento, se
rindió a las fuerzas de seguridad bien fácil: “soy el Pepe”.
Cuando vivía el
bocón (el coronel Chávez), se decía que Venezuela iba camino no del Primer
Mundo sino del cielo. El tipo se comparaba con Bolívar, y los acólitos le
mojaban las nalgas con viscosa baba. Pereció, felizmente, y fracasó hasta en el
intento de ser momia. Los rusos no tienen la calidad de los egipcios para
preservar a los muertos. Incluso el calvo Lenin dice que está devorado por
dentro por un tipo de comején. Resultado: no pudo ser Bolívar, ni Lenin, ni
siquiera Evita. Muerto ya, sus crías hembras se cobijaron en palacio dejando al
presidente elegido, el actual, el chofer, viviendo afuera. Día va, día viene,
parece que las circunstancias cambiaron. Las crías del bocón, millonarias, ya
ni hieden. Como a su padre, se las olvidó. El peor castigo para un vanidoso es
el olvido. Aquel que se creyó eterno, y que le discursearon eternidad con
esmero, quedó como un clown desarmado que se desvanecerá luego de una
generación o antes. Su legado, el del hambre y la abrumadora desigualdad social
entre los de arriba y los de abajo, va a sepultarlo para siempre. ¡Pobre! Ni
como cantor de boleros servía, y, cuando entonaba rancheras, más que charro
parecía heladero.
Hablar de
revolución social se ha convertido en América Latina en el negocio del siglo. A
más muertos en la conquista de esta ficción, más beneficios. Cristinita
emperatriz cuenta con treinta mil imbéciles (lo siento por los mártires) para
apuntalar el robo; Morales no tiene personalmente un historial de izquierdista
comprometido. Hoy mismo las fuerzas armadas le producen delicioso escozor. A
falta de sacrificados ha reunido un hato indígena que clama por reivindicación…
sin embargo, da la impresión, la reivindicación pasa por imitar amos, por
emular patrones, por revivir colonialistas y reanimar conquistadores; poco, muy
poco, de cambio en serio.
Maduro, en
Caracas, sufre el insomnio de los tontos. Se cree, incluso más que el
comandante redivivo en pajarito, bajo la protección del halo santo. Las
manillas del reloj giran ajenas a la vanidad. Amenaza tiempo de tormenta, de
cuchillo. Los hambrientos carecen de otra ideología que no sea el dolor de
tripas y van a cobrarse. No me importa quien llegue mientras estos caigan.
Cambiar constituciones suele ser utilitario, pero también son utilitarios
guillotina y paredón. Morales cree que cuando termine su mandato, cien años de
acá, o doscientos, o quinientos y hasta cinco mil, los aymaras habrán llegado a
la luna, cosa que no va a suceder.
19/01/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 19/01/2015
Imagen: Detalle de Los campesinos de Louis Le Nain
Leía en algún artículo local que Venezuela tenía comida para 45 días, mientras Maduro y su numerosa comitiva estaban de gira por China buscando efectivo para seguir costeando su oneroso estilo de vida, incluyendo el alquiler del avión cubano que actualmente usan. Supe también que las crías del finado comandante seguían siendo mantenidas por el estado venezolano, no contentas con haber heredado los millones que su padre saqueó en nombre de los pobres. Por otro lado, el cristo aymara, no obstante haber hecho, recientemente, un llamado a la austeridad porque se acaba la bonanza, va a ser ungido de nuevo en Tiwanacu usando una túnica con bordados de oro y plata, a título de costumbre ancestral y otras tonterías, para delicia de turistas despistados. Continúa el repulsivo circo para seguir contentando a las masas, luego del paso del Dakar, con lagrimitas incluidas del nuevo héroe Nosiglia. Triste suerte de vivir en un país infantilizado. Abrazos.
ReplyDelete(adjunto link del nuevo traje con supuestas energias cosmicas)
http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2015/0120/noticias.php?id=150755
Infantilizado es la palabra precisa; muy bien empleada. Gracias por el enlace, vi las vestimentas hoy. Dignas de un payaso. Te aseguro que ninguno de estos masistas recalcitrantes tiene idea de las culturas precolombinas. Este es un circo para tarados, incluido el Dakar y sus guerreros. Abrazos.
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