Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Avanzan, avanzan,
cada vez más cerca, con más chacos a orillas del camino asignados a cocaleros
en su expedición de conquista, de genocidio, prostitución, destrucción
ecológica. Si parece el Séptimo de Caballería, el infame de George Custer,
enviado para domeñar, y eventualmente exterminar, a la indiada obstáculo.
La idea es la
misma. Los revolucionarios del MAS tienen en mente la antigua práctica
capitalista del avasallamiento. Pretextos no les faltan. Motivos, menos, cuando
el dinero mueve la historia a su arbitrio y en Palacio, Evo y su segundo
evalúan a peso de oro cuánto ha de tocarles en este drama humano que no tendría
razón de existir si no fuera por avaricia y ego desmedidos de estos fracasados
de las luchas sociales.
En canoa por el
río Ichoa, leo, con comunidades indígenas aterradas por la incertidumbre, con
alcohol que distribuye el gobierno para minar la resistencia. Otra vez, es
Norteamérica y la práctica del invasor de conquistar a través del vicio para
asegurarse que el otro ya jamás tenga futuro. Y las niñas indias, piezas de
harén indecente bajo la falsa presunción de la hoz y el martillo como elementos
de alegría e igualdad. Se refocilarán los muchachos de camisa azul (negras eran
las de Mussolini, y pardas las de algún otro fascista) con la perspectiva de
aprovecharse de la juventud de estas muchachas, de su pobreza y su hambre. La
revolución es un monstruo que devora. Y justifica, que es lo peor.
El iletrado
vicepresidente, con escaso entendimiento, analiza los básicos de un asunto que
excede la multiplicación de dos cifras, límite de su intelecto. Con visión de
comerciante, de voluminoso hatillo desde que representa gobierno, masculla
doctoralmente los pros del estrago ambiental. Bolsillos forrados suelen
representar seguridad y los tiene muy bien atestados, no sé si mayores a los
del presidente “indio” del que cuelgan dólares por todo orificio, resultado de
su activísima defensa en favor de los míseros a los que él no pertenece. Igual
a míster Trump tiene un problema de identidad, un complejo, que lo obliga a
desvivirse por alcanzar el estatus social que cuna no le entregó pero que
intenta comprar. Por eso el beneplácito de los oligarcas cruceños que en él han
hallado un socio mejor incluso que el enano Bánzer, al que halagan y permiten ínfulas
donjuanescas en su cerrado entorno por ahora.
Evo Primero, Inca
aymara (así a su raza los quechuas le arrancasen los ojos), se considera
intachable e intocable. Hay peculiaridades bolivianas que quizá no permitan que
le suceda lo que a Lula. Pero… puede ser peor, con las fobias y la “justicia
comunitaria” desatadas en su larga gestión. A veces los mastines devoran a sus
amos. Nunca se puede saber.
Me pregunto si
olvidamos al TIPNIS. Pasaron años desde el terror de las élites encerradas en
el Palacio Quemado mientras la marcha vociferaba en la puerta. Oportunidad que
no se debió dejar pasar. Para el fracaso colaboraron intelectuales de nota
(notorios lameculos) que con ánimo de prostituirse mientras pudieran rebuznaron
en prensa nimiedades reducidas a simple servilismo y que atacaban la historia.
Más sencillo tener un cacique coronado, uno que pueda distribuir premios, que
el caos de las verdaderas revoluciones que cortan cabezas. Obvio.
Mientras miramos atardeceres
cubiertos de polución, cumbres que otrora eran nevadas, incendios de bosques en
manos de campesinos odiadores de árboles, las topadoras avanzan en Mojos. Ya
nada las puede parar. Nos encontraremos en el porvenir despojados de mucho. ¿Si
a García y a Morales les importa aquello? Por supuesto que no. Este huele a
negocio privado, huele a mucho ilegal y poca razón. Los oligarcas no saben
pensar en el bien colectivo. Saben ¡y cómo! de “vivir bien”; han hecho de eso
hasta una bandera de conducta. Vivir como blancos, fornicar como ricos y
defecar como lo que siempre han sido.
16/04/18
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Publicado en EL
DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 17/04/2018
Fotografía: Imagen
aérea de parte del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS)
capturada en julio de 2017. Foto: Archivo LA RAZÓN
Viendo al grosero cacique, una vez mas, vociferando en la ONU por los derechos de la Madre Tierra, ya no dan ganas ni de reír por su tamaño cinismo y desvergonzura. ¿Habrá todavía algún ingenuo en el planeta que le siga aplaudiendo tal impostura? ¿cuándo terminará el circo?, me pregunto. Para muestra esta excelente viñeta.Saludos.
ReplyDeletehttp://www.paginasiete.bo/opinion/2018/4/17/cosa-seria-176878.html
Gracias, José. Creo que hay mechos que todavía lo escuchan. La "izquierda" suele ser ciega, sorda y muda. Cuando les conviene. Los fascismos se nutren de eso. Saludos.
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