GUILLERMO RUIZ PLAZA
La
literatura de Claudio Ferrufino-Coqueugniot es una bacanal de los sentidos.
Hace del tiempo, de la ausencia, de la muerte, una fiesta al borde del abismo.
Este libro
singular puede leerse como un diario de viajes por la geografía del mundo, pero
también por el espacio inquieto y deslumbrante de la memoria.
En ellos,
la música –Mozart, Pink Floyd, Leonard Cohen– es el vehículo privilegiado del
pasado. “A veces”, sentencia el autor con elegancia, “una hermosa canción es un
castigo”.
La cocina
–el aroma de las especias, los sabores y las texturas– y el sexo –el orgasmo,
nuestra frágil y melancólica eternidad– son metáforas de la escritura.
Porque aquí
la literatura es vida y la vida, literatura.
*
La luz de
una estrella es el brillo de lo que ya no existe; lo que perciben nuestros ojos
es el resplandor de un fantasma.
El oro de
las estrellas extinguidas, el magnífico verso de Georg Trakl, bautiza a la
perfección este libro sobre la irrealidad y el fulgor del pasado.
En estas
páginas, “uno busca en todo lado la presencia de los seres idos,
desaparecidos.” La función de la literatura: preservar del olvido y la
indiferencia. Poner a buen resguardo lo que alguna vez fue nuestro –una noche,
una mujer, una revelación–, una isla de humanidad única e irrepetible, como
quería Montaigne. Un fuego que late en medio del desierto.
*
Nos tritura
la rueda de la rutina, el ácido del tiempo nos trabaja, pero la mano errante va
dejando trazos. Trazos, textos, tejidos… “El primero de este año”, escribe
Claudio, “nunca el último.” Porque aquí la literatura es el motor de la vida,
la única puerta de salvación.
*
En estas
prosas es palpable el ritmo cabalgante, la riqueza –y a veces la crudeza– de
las imágenes, el desenfado de la sintaxis, la orgía del léxico. Como sucede con
pocos escritores, al leer a Claudio Ferrufino-Coqueugniot es imposible no
reconocer de inmediato el estilo inconfundible, la impronta personal. Estos
textos, definitivamente, no son huérfanos.
*
La
destrucción de un mundo. De eso habla este libro estremecedor y fragmentario,
hecho de trazos y de trizas. “Si el fin del tiempo, no puedo decirlo; el
principio, sí. De extensión ignota.”
El
territorio abierto delante de nosotros es el de la salvación y la ironía; la
lucidez crítica y el goce dionisíaco; la amistad esencial y un erotismo
atormentado en la inminencia del vacío; la frágil recuperación de quienes ya no
están; el doloroso astillamiento al que nos aboca la pérdida.
*
La
literatura de Claudio Ferrufino-Coqueugniot es una fiesta y, como toda fiesta
auténtica, es también una lucha. Contra la ausencia, contra el tiempo, contra
la muerte. Contra el olvido.
Una lucha
perdida de antemano, sin duda, pero en la derrota brilla el oro de las
estrellas extinguidas.
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De RAMONA
(OPINIÓN/Cochabamba), 03/02/2019
Muy buen comentario, espero poder, pronto, leer este nuevo libro de tú genial producción.
ReplyDeleteGracas, Fernando. Como es una compilación, seguro que leíste varios textos ya.
ReplyDeleteFelicidades Claudio, es un gran escritor, tuve el gusto de conocerlo en el Diplomado de la Universidad Católica.
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