MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Escritura
de la expatriación la de Claudio Ferrufino-Coqueugniot en El exilio voluntario, más incluso que de la supervivencia del
inmigrante que tiene que ganarse la vida «a como sea» y no dejarse morir, atracar,
empujar, expulsar... Otra lengua, otras gentes, de etnias, razas y países
ramillete, entregados a la busca afanosa y violenta en los entresijos de la
ciudad hostil para quien poco o nada tiene. Escritura viva, necesaria del
desarraigo y el desplazamiento, la que viene
y marca esta época de migraciones colosales, imparables, cada cual con
sus relatos de sombras y tragedias a cuestas, los del antes y del después. Bolivia en Estados Unidos, mirada despiadada
hacia el pasado y hacia sí mismo del autor, melancólica incredulidad de lo
dejado atrás y crónica del presente sin concesiones en una época de turbulencia
social, de guerra y empobrecimiento. Días de vino y noches de mugre y
desesperación, de trabajos rudos, de frío y bronca, los de este Exilio voluntario: irse para desear
regresar y no hacerlo. «No hay regreso feliz ni siquiera en el recuerdo»,
escribía un poeta, hace ya mucho. Tal
vez por eso el cronista, planta los pies y la palabra, y se queda.
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Edición de Fernando Olszanski, Chicago, 2020 (ARS COMMUNIS).
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