Thursday, January 23, 2020

Imaginación es la clave. Tributo a Jimi Hendrix


Claudio Ferrufino-Coqueugniot
  
El 27 de noviembre de 1942, en Seattle, estado de Washington, nació Jimmy Hendrix, "Jimi". No es posible entender la música de este artista sin pensar en las apasionadas raíces del blues norteamericano. Las diferenciaciones arbitrarias que se hacen dentro de la música negra ignoran que sus ramas: rhytmyn and blues, jazz, rock 'n' roll, vienen de un tronco común. Decir "me gusta el jazz pero no los ruidos de Hendrix" es no saber en qué terreno se pisa. Hendrix se formó en la más pura escuela del blues y del jazz clásicos. Añadió a estos la influencia, importante entonces, de los grupos pop británicos, y la nueva lírica que fuera iniciada por Bob Dylan, blanco salido también de raíces musicales negras del campo y la ciudad.

Cuando murió, asfixiado entre vómitos y somníferos, había dejado escritas líneas para una nueva canción: La historia/de la vida es más rápida/que el pestañeo de un ojo/La historia del amor/es hola y adiós/Hasta encontrarnos de nuevo. Como letrista, Hendrix es quizá feble, aunque esa supuesta debilidad podría ser no más que una respuesta a las circunstancias que se vivían. Los sesentas no buscaban prioritariamente una estética, verbal o musical, ortodoxa. La libertad permitía la innovación, la improvisación e incluso el desvirtúo de lo que podría considerarse un arte hipócrita.

Pero no analizamos a Jimi Hendrix como a poeta formal, sino como a artista. Él representa tal vez mejor que nadie la época, y su muerte, como la de cualquier gran hombre, nos permite evitar pensar que alguna vez, en el futuro, habría traicionado sus opiniones. El defecto de vivir mucho es el de cambiar mucho también de posiciones. Por eso el único castillo válido es aquel hecho de arena, el que se lavará en las aguas o se alejará en el viento.

Es esa memoria la que nos alegra y preserva. Cada vez que Neil Young, ya cincuentón, sale a un escenario a hablar con el rock, lleva colgado de su instrumento un gran botón con el rostro del guitarrista negro. Han casi pasado treinta años, y mientras Neil Young viva, quedará el sonriente rostro de Hendrix que desmitifica, en plena guerra del Vietnam, el himno norteamericano con su guitarra eléctrica. O aquel que en el verano de amor de Monterey, California, 1967, incendia sus cuerdas y las convierte en polvo, en un antiguo rito entre música y hombre.

Hendrix pasó alrededor de cinco años actuando en bares y pequeños escenarios de Greenwich Village, Nueva York. Eventualmente lo contrataban para tocar con artistas renombrados. El año de 1966, Chas Chandler, que fuera bajista de The Animals, empresario entonces, quedó maravillado ante la magia que Hendrix ejercitaba en las noches del Village. Lo llevó a Londres. En Inglaterra, con Mitch Mitchell en la batería y Noel Redding en el bajo, creó aquello que vendría a ser The Jimi Hendrix Experience, esencial en la historia de la música moderna.

Tres semanas después de haberse juntado estos tres artistas nació Hey Joe, magistral pieza que conjuga innovación musical y afirmación negra. En Londres la subida fue vertiginosa: Are You Experienced? fue segunda en los "charts" de la época, cediendo el primer lugar nada menos que a Sgt. Pepper de los cuatro magníficos de Liverpool.

El mito habíase formado. Hendrix estaba listo para retornar a Norteamérica. Su primera presentación continental fue en el festival de Monterey ya mencionado. Vinieron los álbumes: Axis: Bold as Love, Electric Ladyland. Hendrix, ahora, aparte de sus dos compañeros, tenía colaboraciones de músicos de Jefferson Airplane, Traffic y otros.

Grabó All Along The Watchtower, de Bob Dylan, haciendo una canción diferente, muy superior a la original del autor. En ella se ve la gran capacidad creativa de Jimi. Cantar las mismas líricas no significaba imitar. La pasión y el talento pueden transformar el rostro de cualquier obra de arte, y nada mejor que All Along... para demostrarlo. Es el espíritu de quien realiza la obra lo que le da singularidad. I wanna be your man, de Lennon-McCartney, adquiere otra dimensión cuando es cantada por los Rolling Stones. Al oírla uno no piensa más en los Beatles, sus creadores, sino en Mick Jagger y los Stones, sus fundadores.

Jimi Hendrix era una leyenda del rock. Jim Morrison, de The Doors, lo idolatraba. Recuérdese aquella noche en que, ebrio y llorando, Jim se abrazó a las rodillas del guitarrista durante una actuación. Ambos habrían de compartir, a más del espíritu, la similaridad de la muerte.

Son innúmeras las canciones de Hendrix que se hicieron famosas para nosotros, en Cochabamba. Purple Haze dio lugar a la creación del conjunto Niebla Púrpura que tocaba en el Prado cuando éramos niños. The Wind Cries Mary era inevitable canción de amor para bailarla juntos. Casi diez años después de la muerte de Jimi seguíamos bailándola con una Mary, que no era en verdad ella, de turno. Highway Chile y la sutileza de la guitarra llevada al extremo. Manic Depression afirmaba que de algún modo eran nuestros ocultos talentos los que nos martirizaban y embriagaban en las tórridas tardes de domingo.

Las fotografías de Jimi Hendrix nos muestran tres etapas de su forma de vestir y, de alguna forma, transformaciones respecto de su música, aunque hablar de ello ante un artista tan creativo, cambiante e improvisador, peca de retórico. 1967 lo vestía con su chaqueta militar; 1968, época que fue recopilada en el excelente album Smash Hits, lo tenía con sombrero. Y, al fin, 1969, la bandana de The Band of Gypsies...

Hace poco se editó un disco compacto de tributo a Jimi Hendrix. The Cure y otros grandes grupos interpretan sus canciones. Hoy, si se cierra los ojos y se escucha cantar a Lenny Kravitz, pareciera ser que Jimi ha retornado...

La imaginación es la clave de mis letras. El resto está pintado con un poco de ciencia-ficción.
_____
Publicado en LOS TIEMPOS (Cochabamba), 03/11/1996


No comments:

Post a Comment