Sunday, March 13, 2011
Día de la Memoria/MIRANDO DE ARRIBA
Paradójico parece decir que se festeja el día de los caídos en guerra. Se recuerda, mejor. Hoy es Memorial Day en los Estados Unidos y no hay trabajo. Las familias se reúnen para recordar a sus muertos. Cosa común, tanto como la de morir.
Lo triste es que los gobernantes de un país en esencia guerrista -no guerrero- aprovechan la ocasión para propagandizar la guerra, para justificar invasión y genocidio. Apelando a la memoria de los que perecieron en el frente de batalla, ejercitan la consabida retórica de que "murieron por la libertad", cuando la única libertad que alcanzaron los que no vieron más la luz del día, fue la de estar solos, pero no la de lograr un mundo mejor.
Se alegará sin duda que la guerra contra Hitler fue justificada. No hay que olvidar que tomó hasta fines de 1941 para que Estados Unidos entrase en la conflagración. Se sabía bien, ya entonces, y el gobierno norteamericano carga complicidad con su silencio, que un proceso genocida se desarrollaba en Alemania y los territorios conquistados, y sin embargo no hubo movimiento para evitarlo. La libertad, entonces, no era la razón primaria para el ingreso de las tropas norteamericanas.
Cada día, en cada esquina, hay hombres en sillas de rueda, lisiados, o simplemente viejos y alcohólicos, con un cartel pidiendo "cualquier" ayuda, para comer. Anuncian en sus cartones manuscritos que "Soy veterano". Algunos les dan dinero; otros comida. La mayoría de los conductores pasan sin mirar, a quién le interesa la miseria humana. Aquellos que una vez fueron alabados como héroes merecen apenas un escupitajo hoy. Ya lo escribía William Faulkner en su breve y precisa "Victoria", al detallar a un veterano vendiendo cerillos en las calles.
La gloria, más que el amor, es efímera, y nunca hay que dejarse arrastrar por su necedad. Al fin la gloria, el dinero, la fama, quedan con los poderosos; el soldado común se pudre en vida. ¿No basta el ejemplo del grupo de amigos en "Sin novedad en el frente"? ¿O se necesita más para desenmascarar el juego de los mandones?
Si hubiera un día del recuerdo similar en Bolivia se recordaría a los asesinados de la calle Harrington. ¿De qué sirvió? Sus compañeros, por motivos de política o simple cobardía, terminaron abrazando a sus asesinos, haciendo tratos y pactos con ellos. Tal vez fueron las enseñanzas del cura Timoteo Sullivan que les enseñó a perdonar. Esos nefastos seminaristas se enriquecieron con la sangre de sus caídos. Sin duda los recuerdan porque ellos, como todos los muertos en batalla, son la carne de cañón, el abono, que hace la fortuna ajena.
28/5/07
Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo 2007
Imagen: Gillian Carnegie/Cemetery Gate, 2006
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