Thursday, March 17, 2011
Lecturas frente al computador/ECLÉCTICA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Permanezco fiel al papel impreso, el libro, el periódico, la revista. Sin embargo paso tiempo también leyendo en el computador las cosas que me envían. Me bombardean a diario con consejos budistas, de cierta Escuela Tántrica a la que algún ser caritativo me suscribió pensando quizá que ansiaba paz espiritual. Son prolíficos estos budistas y parecen tener respuesta para todo. Mas, lo siento, no me atraen tantras ni karmas, ni como hallar consuelo en la meditación de mis desgracias que a decir verdad son pocas. He tratado de que no continúen con sus lecciones pero no me los saco de encima. Opté por el salvajismo contundente, el insulto, la plegaria, pero allí siguen, incólumes, con la ilusión de ganarle el alma a un desalmado. Les digo que de Siddartha me interesa Herman Hesse, que de Maitreya, Severo Sarduy, que del Hare Krishna, George Harrison y el aspecto mitológico-histórico del Mahabarata, amén de Peter Brook. Y nada más. Tendré que acostumbrarme a vivir con ellos y sus variados titulares que anuncian desde cómo comer, amar, hasta actividades menos decorosas y privadas.
La pantalla trae muchas veces al día "Tribuna boliviana", noticias a las que tampoco me he suscrito y sin embargo leo. Lo hago selectivamente, revisando el glosario primero y descartando los artículos que sospecho, porque los he visto ya, de loas excesivas al nuevo líder nacional, Evo Morales, o bem amado. Sugeriría a tan cálidos -cándidos- adláteres elevar una petición conjunta al Vaticano para canonizar de una vez y para siempre al sindicalista que tan hábilmente y con promesas que jamás va a cumplir se ha encaramado en la silla presidencial. No es que tenga menores calificaciones que otros si repasamos la caterva de engendros que sentaron sus derrieres allí, simplemente que no gusto en absoluto de alabanciosas sentencias ni creo en los profetas que desde la Biblia, muy de antiguo, polvo son. Insisto, pero, en la misiva vaticana que logre que Benedicto, Benito o Bendito, como se llame el pastor de la grey, conceda la bula que orle de aureola verde -por la hoja sa(n)grada- la presencia única de San Evo, el primer santo andino, apóstol de la fantasía.
Me abstengo de proseguir, de politizar una digresión que trataba de ser divertida. Nada tengo en contra de lo fantástico; los movimientos de luces, nubes, viento y lluvia en ambientes penumbrosos acarician mi placer. Amo Tiwanacu, pero si he de creer en utopías con visos de drama como los que se ciernen engañosamente sobre el país, prefiero lo surreal de King Kong.
Llegan cartas, criptogramas, críticas, anhelos y demandas igual que a todos. Navego en la pantalla. Arriban fotografías de muchachas con nombres sugestivos que ofrecen "desinteresada" amistad. De literatura simple, dicen: "hola, me llamo tal y quiero ser tu amiga, mira mis retratos". Me pregunto entonces acerca de lo solos que estamos para que con burla semejante se cree un imperio de abuso. Me recuerda a una magnífica película mexicana donde alguien juega con el deseo y la angustia de un anciano dejándole notas amatorias por debajo de la puerta con un fin previsto: desastre.
De Nigeria y Afganistán escriben de millones de dólares que quieren compartir; piden números de cuentas bancarias y paciencia para develar la opulencia del dinero mal habido. Estos fraudulentos asociados utilizan historia para "validar" sus aserciones, por tanto no es extraño que el "hijo de Mobutu" alegue tener escondidos tesoros, o que a jerarcas de la UNITA angoleña les falte sólo la firma de un selecto ambicioso -que suponen yo- para recuperar los dólares sustraídos a sus respectivos pueblos.
Así el volumen de los textos cotidianos. Con mixtura de tantras y achachilas, de tetas y ofertas de interés transcurre el día. Ideal sería arrojar el montón al basurero pero en la complejidad de estos callejones virtuales asoman también pinceladas de vida.
29/03/06
_____
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo 2006
Imagen: Jean Arp/Die Grablegung der Vögel und Schmetterlinge. Bildnis Tristan Tzara, 1916-1917
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
Es como navegar en un vertedero. Todo lo prodigioso, lo rutinario o lo vergonzosamente posible puede estar allí.
ReplyDeleteExcelente texto, querido amigo.
¿De qué película mexicana se trata? Me interesó el argumento.
ReplyDeleteTengo que recordar el nombre, Jorge. Así, ahora, no viene a la memoria. Buscaré mis notas. Un abrazo.
Delete