Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Conversando con un amigo acerca de un problema de tierras que lo persigue por años, me doy, en los detalles, cuenta de que estamos ante no una acefalía sino una ausencia completa de Estado. Los estamentos gubernamentales, provinciales en este caso, sirven solo para el manipuleo indiscriminado de la ley y las normas por parte de elementos adictos al gobierno fantasma. Libros del INRA que salen fuera de donde deben estar; plebe embravecida y alcoholizada en pos de bienes mal habidos y tantos etcéteras de una situación únicamente sostenible en un ente corrupto y vil.
Conversando con un amigo acerca de un problema de tierras que lo persigue por años, me doy, en los detalles, cuenta de que estamos ante no una acefalía sino una ausencia completa de Estado. Los estamentos gubernamentales, provinciales en este caso, sirven solo para el manipuleo indiscriminado de la ley y las normas por parte de elementos adictos al gobierno fantasma. Libros del INRA que salen fuera de donde deben estar; plebe embravecida y alcoholizada en pos de bienes mal habidos y tantos etcéteras de una situación únicamente sostenible en un ente corrupto y vil.
Si eso en el
agro, lo mismo en el sector urbano, o donde fuere, que la regla y no la
excepción está en latrocinio, jugarreta política, zancadilla para encaramarse
sobre el otro en el mundo del Talión o del todo vale. ¿República, Estado? De
ninguna manera: mercado o mercadillo donde se venden, ofrecen y distinguen los
objetos que no se han producido por trabajo, que vienen de la ilegalidad
-jurídica o no- que es instrumento de abuso como todo el resto.
Encima de ello,
la increíble cháchara de los que mandan, desde lo más alto hasta el fango, con
un idioma que con dificultad podría llamarse castellano, más bien castefallo,
como dice mi padre. Galimatías, trabalenguas, acertijos accidentales tal vez de
la ignorancia y la osadía que la acompaña. Incluso los más renombrados
exponentes de la intelligentsia plurinacional balbucean el idioma, plagándolo
de errores gramaticales y más. Rimbombantes declaraciones de bolchevismo,
jacobinismo, espartanismo, cambio, revolución, para dorar -decorar- un asno con
mapa de país que trashuma por un universo que no parece, para nada, del siglo
veintiuno.
Algo bueno habrá,
sugiere algún iluso. Nada bueno sobrevive en caldo infecto. Acá se cuecen más
que habas, mezcladas con ponzoñas y renacuajos, casi marmita de hechicero,
andino en este caso, para esquilmar una tierra de aguante inverosímil. Como
para creer en futuro, o en océanos que ningún vecino cederá por miedo al
contagio.
Escucho a los
fiscales, más con ánimo antropológico que interesado en sus demandas y
explicaciones. Leo las declaraciones de un senador cochabambino pagado de sí
mismo hasta el extremo y no sé por dónde encarar las oraciones. En primera
instancia me parece que se burla. Luego caigo en cuenta que habla en serio e
imagino ese cerebro enrevesado, lleno de colinas y quebradas pero sin el rostro
que Cesare Lombroso pondría en semejante humanidad.
Siguiendo el víacrucis
boliviano, en un libraco tamaño medieval porque ya no alcanzan las libretas, me
cuentan que un amigo, imbuido del alto espíritu que prima en este momento,
avizora una posibilidad de lucro en un lote en apariencia abandonado. Convoca a
otros conocidos e instruye que llegado el caso deben testificar su presencia
antigua en tal espacio. Acto seguido contrata peones y se lanza a desmalezar y
limpiar. Parece un sencillo usucapión. Pero quien no está ávido al menos está
alerta en el país, y el vecindario sale endiablado previendo la jugada y aleja
al agresor.
Extorsión,
juicios chutos, pruebas plantadas, narcotráfico, contrabando, lavado de
dinero... detalles que se multiplican por mil, con una fuerza armada que se
paga mejor que nadie por si acaso, y los escasos, o tal vez muchos, que
trabajan para comer arañando el centavo, dan un panorama sombrío. El Enfermo,
con mayúscula porque se supone que es un país, permanece recostado, doscientos
años en cama, con fiebre, desarreglos viscerales y un diagnóstico que debiera
decir “terminal” pero que se llena de interrogantes.
8/5/13
_____
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 21/05/2013
Perfecta semiología d un lamentablemente desahuciado pais, estimado Claudio. Pero lo acéfalo, es como bien identificas, el mal mayor. Nada sano ni digno nace en una testa inmunda. Ni pizca d razón ni cordura puede ofrecer una calavera q en lugar d neuronas ostenta mierda fanática, aberraciónes, codicia, rencor, pillaje, terrorismo, ignorancia y tb una inmensa farsa oratoria d maricas "jacobinos" q se regodean en su mala facha d "refinada" intelectualidad. Apestan sus discursos abyectos, apestan las condiciones d esos tantos casi analfabetos defendiendo a ultranza a una cúpula d vulgares delincuentes. Hampa son, tan simple como eso, y tratan d mostrarse como cultos y brillantes sesudos. Solo perduran gracias a la chusma bonificada. Esa chusma fascinada y obligada los aplaude los adora y sostiene.
ReplyDeletePara largo pinta la peste, y no hay asomo del terapeuta porque la terapia está muy clarísima: a los condilomas acuminados q florecen y dispersan como coliflores hay q erradicarlos mediante escisión. Nada d jarabes ni tinturas paliativas; frío y decidido escalpelo es lo q amerita la, por ahora, feliz horripilancia. Queda solo esperar por el tajo.
Abrazos y saludos cordiales, estimado Claudio.
Escalpelo, dices bien, Achille. No hay tratamiento solo extirpación. Vedettes que se las juegan de sesudos e ingeniosos, porque quien los escucha e idolatra tiene la mentalidad y la voluntad de los borregos. El famoso GL es un imbécil con ínfulas leninianas, no otra cosa que un triste acomplejado que hila muy mal sus "genialidades".
DeleteY el otro, el Otro, qué decir, sus manitas de marica y su permanente ya lo muestran. Abrazos.