Claudio Ferrufino-Coqueugniot
N.
Dukhonin (1876-1917), último de los comandantes del ejército zarista.
Rusia está gris. Sobre la vieja estación de Finlandia el viento barre las hojas de noviembre.
El joven general observa a los soldados. Ellos miran el futuro de Rusia que camina con pesadas botas, esperanzantes y sangrientas. Brillan las medallas pero no hay luz de verano que las dore o las platee más. Las velas tiemblan; en el aire habita el miedo.
Petrogrado inmundo, de esmirriados humos y hambre de pobres. Ciudad donde el río es calle o el río es agua. Frío. Los iconos han perdido sus ojos de interés.
Dukhonin piensa todavía en Alemania, en la guerra. Está dormido en la historia; en bailes, sables y héroes. No cuenta el furor de las masas.
Lo detienen. Le ordenan trasladarse de sus cuarteles a una prisión de Petrogrado. Mientras se prepara, unos brazos lo bajan del tren. Los soldados revolucionarios lo bayonetean y lo aplastan con los pies. Dukhonin, mejor que nadie, ve antes de morir aquellas botas sangrantes de la Rusia que asoma, sin esperanza para él.
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Publicado en HOY (La Paz), 24/05/1992
Foto: Dukhonin
por una voraz lectriz de los primeros tiempos bolscevicos es un buena sorpresa.
ReplyDeletefiore
ps desculpe mi cattivo espanol ,( soy italiana)
Se entiende todo, Max, no te preocupes. Y gracias por leerme. Un abrazo.
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