¿Por qué “el otro”? Porque desde un memorable programa del Centro Portales, cuando era niño, acerca de Plinio el Viejo, de quien guardo la figura de acercarse en su bote a la erupción del Vesubio (periodismo al extremo), él era el único Plinio posible.
Me preguntan una
opinión del Plinio colombiano, Apuleyo Mendoza, y respondo que ha pasado una
década desde que lo leí en libro por última vez, en sus memorias de la amistad
con Gabriel García Márquez, autor que lo ha marcado (“el amigo de Gabo”),
opacando en cierto modo su propia obra.
Liberal a
ultranza, continúa luego de décadas publicando en El Tiempo, y denostando hoy
con vehemencia al coronel Chávez y el “extravío” del llamado socialismo del
siglo XXI. Algo de argumento habrá de tener un personaje que conoció de cerca
el nacimiento del socialismo en Cuba y que participó junto a García Márquez y
Jorge Massetti de la experiencia de Prensa Latina. Acusarlo simplemente de
adalid de la derecha no refleja verdad. Es tan crítico del presidente Santos
como del anterior Uribe, a pesar de reconocer en éste aportes fundamentales a
la en apariencia estable Colombia actual. Y mantiene una actitud precavida,
aunque todavía ilusionada, acerca del proceso de paz recién iniciado con la
guerrilla de las FARC. Apunta con dudas al discurso de alias Iván Márquez, en
Oslo, alegando que allí no se apuesta por la paz como la comprendemos, la del
“silencio de los fusiles”, sino por la otra concebida por ellos de aplicación
de sus preceptos ideológicos en un nuevo país que surgiría a raíz de estas
conversaciones.
Delicioso
prosista, Plinio no debiese ser conocido solo por su relación con el en títulos
más notable colombiano. Tiene voz propia, talento incuestionable, y en ensayo y
prensa opiniones personales, inteligentes y por lo común controvertidas.
Su
caracterización de Bolivia, en la entrevista realizada por jóvenes periodistas
bolivianos, es cauta, como debe ser acerca de algo que se desconoce en detalle
y se cuestiona en sus generalidades.
Hijo de un hombre
que estuvo al lado de Jorge Eliécer Gaitán a tiempo de su asesinato, e íntimo
amigo de un notable novelista, Plinio Apuleyo Mendoza parece ser voz
imprescindible de consulta sobre la Colombia de las últimas décadas. Habla con
desparpajo, y alterna carajazos por ahí como mencionan. Lo hace bien.
11/12
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Para la prensa
boliviana, 2012
Imagen: Cubierta
de El olor de la guayaba
Notable y justa alusión a un hombre sabio de sabias palabras. Es un otro vivo ejemplo d lo mejor y más valioso q podemos pedirle al pasar d los años: sabiduría y sensatéz ante el mundo, sus magias y sus infamias.
ReplyDeleteBonita, muy pedagógica descripción de otro gran hombre. Saludos y abrazos, estimado Claudio.
Siempre he disfrutado leyéndolo, Achille. Y apruebo su disidencia inteligente. Un fuerte abrazo.
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