Telegramas del
mundo:
Obama es recibido
con flores en Vietnam. Se entierran tres
millones de muertos.
Lars von Trier,
en Europa, rescata el vampirismo en
la resistencia germana a la ocupación norteamericana después de la guerra. Los
cadáveres colgados de los sediciosos tienen un cartel encima: lobizón. Mácula
de haber sido nazi. Cualquier affidavit de ciudadano alemán tiene que ser
garantizado por un partisano o un judío. El alto mando aliado ve que necesita
puntales del antiguo régimen para impedir el colapso. Se miente; se compran
falsos testimonios. Cuarenta millones de muertos van de nuevo al matadero.
Un dron hace
pedazos al mullah Mansur en Baluchistán. Pienso en Rudyard Kipling y en
Almanzor. La muerte tiene épica pero también desidia. Ningún pingajo de carne
brilla bajo la luna.
¿Es robar libros
delito? ¿Si afirmativo, cuál el castigo? Ni pensar en los libreros, pobres la mayoría.
Me pregunto porque un cuento de Jorge Cuba Luque me hace soñar, literalmente,
acostado en cama y afiebrado de imágenes sin descanso. Sueño con Lima, con
escenas de un fatídico filme de mujeres vestidas de púrpura, caminando hacia
atrás, mientras el crucificado, este no de Nazaret sino del Perú, Señor de los
Milagros, se mueve casi cojeando ya que alguien de entre los hombres que cargan
el palio tiene una pierna más corta que la otra: la izquierda…
Es siempre la
izquierda pierna más corta que la derecha pierna. Afirmación o pregunta. Se
pueden mover las palabras como peones de ajedrez; a veces hasta como alfiles.
Valga la opinión política.
Cuba Luque roba
libros en París. El Sísifo de Camus. Desde entonces lleva esa carga montaña
arriba y cae. Y vuelve a subir. Y a tropezar. El sexo de la mujer es obsesión
de Sísifo, al mismo tiempo que rey de Éfira, roca, tesón y locura, todo a la
vez. La vulva parece un vestido púrpura que camina de espaldas. Cíclope
invertido. El autor peruano toma un café en el bulevar Saint-Michel; yo abro
apenas una lata de cuscús marroquí y lo como frío, grasoso chorizo helado, en
un portal de Chatillon-Montrouge, camino de Malakoff. Llevamos libros robados.
Él a Camus (se debe robar a Camus), yo a Schwob, gracias a las lecciones del
maestro Villon.
Más telegramas:
Desde Río Abajo,
en La Paz, Cingolani el anacoreta, el suicida, recuerda a Rosario de Susques,
Jujuy. La última vez en San Salvador, un maleante quería venderme un falso
Omega o llevarme a putas. Lo despedí. Escapé. Lo de putas me puso ardiente e
invité para ser rechazado a una viajera culona, de falda. Me senté esperando el
bus a La Quiaca, frustrado. De pronto la mujer cambió de idea, se acercó y dijo
que iba a Ledesma, al ingenio de azúcar, donde era secretaria. Habló de un
cuarto de soltera y lo lindo de volver a casa con otra humanidad allí. La
soledad de la puna la mareó, observó y quiso tomar lo que ya había perdido.
Dije: llevo contrabando, perdona, debo seguir al norte. Más tarde, ya en el
tramo Villazón-Oruro, quise seducir a una enlutada que tenía pantorrillas
peludas como jugador paraguayo. Susques… Cingolani, poeta, a pesar de que arrastró
a un Cristo colonial de carey por un vía crucis andino que supera la Pasión.
Contrabandistas de quesos, o de almas… igual.
El editorial del
New York Times augura el fin del populismo latinoamericano. Los pobres
continúan varados en su purgatorio. A los amos, de corta extremidad izquierda,
les faltan dedos para contar billetes. Pero, en la Historia que marcha lenta e
intransigente, en algún lado, prestadores de servicios barren celdas que
albergarán soberbias. Contra ti, Gog, príncipe de Mesech y Tubal, profetiza el
destino. El rey Midas murió de oro. Lo mismo les sucederá.
Tic tac del reloj. Radio Reloj. Trivial. Fatal.
23/05/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 24/05/2016
Imagen: Arshile Gorky
Imagen: Arshile Gorky
Magistral. Ladrones de libros, contrabandistas y puteros, Cingolani en su cielo, pantorrillas peludas y populistas en caída libre.
ReplyDeleteUn fuerte abrazo, querido amigo.
ja, ja, así es, querido Jorge. No hay peor caída que esa de las pantorrillas peludas. Abrazos.
DeleteComparto la opinión de Jorge Muzam... envidiable.
ReplyDeleteAbrazos, Miguel. Gracias.
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