JORGE MUZAM
Hay escritores
que considero necesarios. Compañía de tramonte solar. Diálogos de sobremesa.
Exposiciones tardías. Soliloquios de borracho madrugador. Entre ellos Joseph
Roth y Nabokov. Bashevis Singer y James Joyce. Sánchez-Ostiz y Cerezal
brindando con una copa de Malbec. Ferrufino y Cingolani como compañeros de
batallón. Latido justiciero. Bibliotecólogos de Alejandría. Fusiles aceitados.
Sombra trémula de hoja de bambú. Rodríguez de este lado de la colina. Y en
especial Michel Onfray. Por libertad de pensamiento, por cultura amplia y
puntillosa, de arriba y abajo. Por desconfianza de gato arrinconado hacia el
halago. Academia medieval y sabiduría de sobrevivencia digerida de una forma
absolutamente personal. Sin descontar el desdén hacia el institucionalismo
ancestral, el resentimiento hacia las clases privilegiadas, asco hacia las
derechas, poesía inevitable en la narración, reescribidores de la filosofía a
partir de la extravagancia lingüística, el dolor personal, las llagas de época,
la empatía por todos los hombres y mujeres que vivieron y murieron sin
importarle a nadie más, oprimidos desde la cuna, avasallados por sistemas que
no eligieron, pero que igual se deleitaron ante una luna musulmana, el primer
sol de primavera, las estrellas viajeras que no concedieron ningún deseo, ante
los hijos que nacieron y crecieron y murieron alimentados con un soplo de
brisa.
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 17/09/2017
Gracias querido amigo.
ReplyDeleteA ti, Jorge. Tengo una deuda con Onfray. No lo he leído suficiente, y tú y Miguel siempre lo comentan. Tarea para hoy. Gracias.
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