Nosotros, los
comunistas, lo entregamos todo, no nos quedamos con nada. Algo así dijo Álvaro
García Linera, Alvarito, el chico malo del plurinazionalismo. Deducción: no es
comunista. ¡Ay, Alvarito, qué será de ti cuándo llegue el comunismo!
Sigo con la sarta
de necedades que este individuo escupe. No sé, otra como que la casa que tiene,
y que debe, la terminará de pagar el próximo esposo de su esposa. ¿? ¿Casa con
mujer incluida? ¿A cuánto, señor? Desde el otro lado mi padre continúa
susurrando, igual a cuando nos sentábamos enfrente del televisor y aparecía
este payaso: es un cojudo. Tajante. Real. Indiscutible.
No sé en qué
momento de odisea alcohólica se supuso que García formaba parte de un exclusivo
grupo de genios. Entre la recua tercermundista, populista, que incluía a Chávez,
Ortega, la Kirchner, digamos que destacaba, aunque en conjunto presentaban un
rebaño de pedantería ignorante y prostituta. En Cuba lo escuché y a ratos daba
la impresión de que ciertamente había un bagaje ideológico bien rumiado,
hablando de Bolivia, su historia, y el porvenir. Un poeta canoso cuyo único
mérito radicaba en haber conocido a Neruda, me dijo en el oído que la oratoria
del vicepresidente debiera ser impresa y enseñada en todas las universidades del
mundo. Tan grande era que la olvidé, y eso que recuerdo cosas menos leves como
un primer amor y el primer desaire. Si la política sucumbe en el recuerdo ante
el peso de la inútil pasión juvenil… pues, no vale nada.
Con mi padre
-retorno al fantasma lúcido- aderezábamos un café y… a putear y escuchar. No
importaba el tema que tocara Alvarito. Gozábamos de lo lindo cuando movía los
dedos, imitaba olas de mar, alas de palomita y mariposas. De pronto bajaba la
palma casi haciendo que aterrizara un avión. Era manualmente explicativo porque
de lo otro, del verbo, al carajo. Suplía la falta de talento con mímica, la de
entendimiento con dengues de meretriz de frontera. Pero era el genio boliviano,
el Einstein que cinco mil años aymaras y no sé cuántos otros miles de las 36
naciones, más las barbas de los porqueros extremeños, finalmente habían parido,
y, cosa extraordinaria, en la misma era mesozoica del caudillo del imperio altiplánico,
el audaz, pelucón, verraco, culeador, magnífico y magnánimo Evo, el bienamado.
Hasta el Voyager,
cuarenta años trashumando el espacio, vio que dos estrellas se unían para tirar
igual a ducha de barrio pobre, un chorro de luz sobre la tierra marchita de los
bolivianos, sedientos de tomar agua marina. Haz, o haces, o ases, que
recibieran las canas de Alvarito y las mechas de Evito, por los siglos de los
siglos, amén. Falta Bergoglio, el otro marica, para la troika perfecta de
beneméritos ángeles del infierno. O Diego, el fatídico Maradona.
Vamos ahora al
TIPNIS. Este asunto, hace años, mostró las fauces del lobo mejor que nunca
antes. Morales se coronó reina del narco. Le pusieron una banda de hojas de
coca y en pasta blanca un notorio “Miss Chapare”. Para Álvaro no sé si hubo
banda de representación. Supongo que sí, caso contrario se hubiese desatado un
conflicto de odaliscas con multitud de desnudos eunucos correteando aterrados.
Aves y baldes, demonios, esqueletos, figuras antropomorfas, zoomorfas,
animales, monstruos, hoces y alabardas. Cierto domingo por la tarde, en Cliza,
creí ver en vivo el infierno de El Bosco, pero aquello no era nada ante las
bambalinas del estado plurinacional, con ministros en polleras de chola y
violadores de miembro entumecido, frotado en pasta base, buscando el agujero
negro por donde vinieron del espacio los líderes de la revolución. Alguna vez
escribí una columna que se llamaba Retrato
de potencia nuclear con grupo de perros copulando en la calle. Ni más ni
menos. Bueno… más.
TIPNIS, la tierra
del agua, la intemperie húmeda, la vida o la muerte, la gloria o la sed. Sobre
este pedazo de aire, desde mucho ha, quieren Álvaro y Evo, Evo y Eva, hincar el
diente. Les habrán puesto caninos de oro ya que no saben en qué gastar la
robada plata comunista. En su momento, a tiempo de la marcha más famosa, la que
llegó a La Paz y obligó al presidente y al vice a orinar sentados, hubo hasta
un jesuita que hoy aparece glorioso y bonachón, predicando violencia para
domeñar a los irredentos indígenas que protestaban. Hoy calza boina y sonríe
muy parecido a Satanás en máscara de diablo. Ese TIPNIS que quieren regalar a
las petroleras, mineras, narcotraficantes, cocaleros; total no será a ellos ni
sus crías que les afecte la sequía eterna. Ellos, dada la estupidez de los
gringos que los inventaron, capaz que terminen dando cátedra en la Sorbona
acerca de la rebelión mundial, mientras redondos y jóvenes culitos europeos
respiran como pescados, ardientes de deseo proletario. Triste mundo de
tartufos.
Dice el
licenciado, doctor, periodista, analista, pensador, filósofo, matemático,
versificador, prosista, matador, guerrillero, mesías, apóstol, amante, preso
político, vendedor de libros usados, impoluto marido, dadivosa pareja, Álvaro
García Linera, que lo del medioambiente lo inventaron los gringos. Claro,
cualquier cosa, ya que si no puede lucrar con el parque Isiboro-Secure tendrá
un soponcio de película, de esos de novelón venezolano, y entre sus rabietas
feminoides y las del otro fémino de palacio (sin insultar a las mujeres),
estamos jodidos. Cuidado, que nos derriban ciudades para construir mitos. Lo
que es peor, viendo una exhibición de museo, es que hasta el ekeko se ha
transformado. Estaba en un pedestal su figura desprovista de atuendos. Ni
bolsas de arroz, ni camioncitos Isuzu; ni dólares ni cholet ansiado. Solo
erección en su pequeña verga lampiña anunciando al mundo que a partir de hoy,
del tiempo del mocochinchi y el reloj volcado, discutiríamos a calzón quitado,
a algunos quitado por fuerza y de otros, al revés, dispuestos al estupro.
Un título más
para el genial linerita, el de ambientólogo, similar al de ambientador de baño,
olor de lavanda.
07/09/17
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Publicado en
ADELANTE BOLIVIA, periódico digital, 09/09/2017
Imagen: Arte: Roberto Unterladstatter. Fotografía: Ibelisse Guardia Ferragutti
Imagen: Arte: Roberto Unterladstatter. Fotografía: Ibelisse Guardia Ferragutti
bugarrones de alcantarilla..diría Reinaldo Arena, que sí supo ser un gay digno
ReplyDeleteTalentoso, además (Arenas), y poeta en serio. No como este advenizo vanidoso y torpe.
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