Tuesday, November 16, 2010
Chantaje/MIRANDO DE ARRIBA
El reo Luis Arce Gómez, asesino, narcotraficante, genocida, pide a la justicia "plurinacional" boliviana su libertad, a cambio de indicar dónde se encuentran los restos de algunos prominentes desaparecidos.
Espero que no consigan nada para el engendro, pero esto es Bolivia, y, de acuerdo a cómo el MAS coquetea con las armas, vaya uno a saber. No olvidemos que todavía no se da razón a familiares de víctimas sobre su paradero y destino, e incluso se encarcela a quienes protestan. Revolución suigeneris, la "moralista", que incluye la defensa cerrada de los arcones secretos del fascismo.
Recuerdo hace ya mucho el fusilamiento de Melquiades Suxo, violador y asesino de una menor. Creo que desde la ejecución de los implicados en la muerte de José Manuel Pando no se había dado en el país caso igual. Suxo era un pobre diablo de origen aymara. La "lección" de su paredón enseñó que sólo los pobres -y los indios- estaban expuestos a la pena capital. Sucede igual en muchos lugares, Estados Unidos entre ellos.
Hoy se da el caso de que un militar, implicado en terribles hechos de sangre, tiene la desfachatez de pedir libertad por aclarar los hechos delictivos de su carácter y su accionar. Este lombrosiano cuenta con nuestra larga tradición de impunidad, una de las poquísimas cosas que nos hacen excepcionales en el contexto mundial. Sin duda sabe tanto que imagina poder manejar sutiles mecanismos de presión para que ocultos implicados en sus crímenes intenten salvarlo del frío altiplánico. No olvidemos que hablamos de crimen y corrupción a escala institucional.
Debe haber, como en el caso de Suxo, algún artificio jurídico para instaurar de momento la pena de muerte y colgar al verdugo Arce Gómez de un palo alto en Chonchocoro, si quiere con todas sus galas y entorchados, para que se presente en el infierno (por si existe) a hacerse rostizar por sus iguales.
Ante la eventualidad de su fin, el coronel, ya pronto occiso, quizá recapacite y denuncie la geografía de sus males, para alivio de mucha pobre gente. Luego, ni indulto ni perdón, a subirlo por la escalera del destino y empujarlo al vacío de su inmunda presencia. Tal vez eso amedrente a quienes sueñan aún con omnipotente gloria.
Más tarde fuego y esparcir sus cenizas en tierra desconocida, libre de su memoria Bolivia, y para impedir a los neo nazis iconos maltrechos.
Arce Gómez dice "o esto o aquello". Hay que explicarle: "ni esto ni aquello", mientras un impertérrito aymara liga la cuerda que servirá de corbata...
14/7/09
Publicado en Opinión (Cochabamba), julio 2009
Imagen: Golpe de estado de 1980
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